Liria y Calvo, dos revelaciones
La corrida de Cuadri tuvo tres toros en tipo y otros tres menos en la personalidad del hierro. Dos de los toros menos Cuadri de la corrida, en tipo y en cara, los sorteó Liria. Esos dos toros fueron, además, distintos en todo: en hechuras y condición. El que abrió plaza, alto y bastote; el cuarto, bajo, corto y de poco cuello. Ninguno de los dos se rompió en el caballo, aunque el segundo del lote se empleó un poco más en el primer puyazo. Este toro, que llegó muy justo de fuerzas a la muleta tuvo fuerza y temple. Esas mismas condiciones las empleó Liria con tan noble animal. Y entonces fue cuando apareció un torero relajado, muy asentado y toreando con gusto. Asomó la calidad de un torero muy reposado, que incluso tuvo tiempo para recrearse. Se demostró, en fin, que cuando a este Liria no se le echa a los leones, surje un torero de buenas formas y mejor fondo.
Cuadri, Bohórquez/ Liria, Padilla, Calvo
Cinco toros de Celestino Cuadri y uno de Fermín Bohórquez, que sustituyó al titular y al primer sobrero de María Luisa Domínguez también devuelto. Correctos de presentación, discretos en varas y desiguales para la muleta. Pepín Liria: pinchazo y descabello (saludos), casi entera atravesada -aviso-, y descabello, una oreja con fuerte petición de la segunda. Juan José Padilla: media estocada y dos descabellos (saludos); pinchazo casi entera, desprendida y descabello. Vuelta con algunas protestas. José Calvo: pinchazo hondo, tendido, trasero y desprendido que basta. Una oreja; pinchazo y tres descabellos, palmas de despedida. Plaza de Valencia, 24 de julio. Sexta de feria, más de media entrada.
El primer toro, que arrolló a Liria de salida, fue de esos que llaman de peligro sordo. Mas no era un peligro tan escondido, cuando resultaban tan evidentes sus miradas a los muslos del torero. Toro incómodo e incierto, con el que no dudó Liria en echarse la muleta a la izquierda nada más comenzar la faena. La entrega que no tuvo ese toro la puso el torero.
Un toro con plaza, fijeza y recorrido fue el tercero. Pero entre tantas buenas condiciones, ese toro también tenía un fondo de listeza tan poco aparatoso como cierto. Exigía firmeza de manos y agilidad mental. Dentro de sus limitaciones, José Calvo entendío a tan interesante Cuadri. Bien planteada, la faena siempre tuvo un claro acento de calidad. Fue intermitente, si acaso, pero el goteo de clasicismo que tuvo fue para tenerlo en cuenta.
Dentro de esa desigualdad que tuvo la corrida de Cuadri, los dos toros de Padilla acabaron igual de parados. El segundo incluso esperó mucho en banderillas y en la muleta, pese a tan remiso de embestida, sorprendía de vez en cuando con tres arrancadas seguidas, tan vibrantes como eléctricas. Peor ese toro, definitivamente, vendió humo. El quinto le dio todavía menos opción a Padilla. Este toro sí que negó muy pronto su colaboración. En ambos, Padilla lució, con espectáculo incluído, sus grandes condiciones físicas con las banderillas.
Devuelto el último Cuadri a los corrales, saltó el primer sobrero de María Luisa Domínguez, muy chico, sin trapío y protestado. Tan inválido que también volvió por donde había salido. El sexto tris, de Bohórquez, tuvo presencia, pero sólo eso. Se empleó en un primer puyazo pero llegó a la muleta defendiéndose. A Calvo sólo le quedó la opción de estar valiente.Lo intentó en principio pero el de Bohórquez se negó a embestir y obligó a su matador a abreviar.
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