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BALONCESTO

Cierra la academia del baloncesto

El equipo Siglo XXI, modelo de cantera, se disuelve por un problema de subvenciones

Robert Álvarez

Jan, Sergio, Saúl... y otros 18 chavales, de entre 14 y 18 años, no saben a qué colegio irán el año próximo, ni tampoco en qué equipo jugarán. Y eso que están entre las mejores promesas del baloncesto español. Esta temporada habían sembrado el pánico entre los grandes. El Real Madrid o el Barcelona de las categorías cadete y júnior se contaban entre los damnificados por el vendaval de juego desplegado por el Siglo XXI. Así se llama, se llamaba desde ayer, día en que se hizo oficial que desaparece, el grupo de trabajo que en Fadura (Getxo, Vizcaya) preparaba el futuro del baloncesto español.

¿Cuestión de dinero? Sí, pero también de algo más. De falta de entendimiento entre instituciones, de burocracia. El equipo funcionaba desde 1996, siempre con una veintena de chavales de entre 14 y 18 años. Concluido el ciclo, varios equipos profesionales de la ACB han empezado a reclutarlos, caso del Unicaja con Fran Vázquez y Cortaberría o del Pamesa, con Galarreta. Y en este momento, varios clubes suspiran por hacerse con los servicios de los hermanos Urtasun, figuras de la selección júnior que está disputando el Campeonato de Europa. No es de extrañar, el 80% de los chavales que militan en los equipos de Siglo XXI son internacionales en sus respectivas categorías.

Los elogios a las excelencias del centro de Fadura son unánimes. Y la estructura que se había desarrollado allí también. Los chavales podían compaginar los estudios con el baloncesto al más alto nivel -ayudados por seis entrenadores, una psicóloga, tutores, médicos- y beneficiados por la existencia de un instituto a sólo 300 metros del centro. Algunos de ellos son estudiantes sobresalientes y la Federación Española de Baloncesto era tan inflexible en este aspecto que llegó a impedir la continuidad en el centro de uno de los chavales por su mala actitud escolar. ¿Por qué se ha ido todo al garete?

La viabilidad del centro era posible gracias a un convenio entre la federación -aportaba algo más de 120.000 euros anuales- y el Gobierno vasco y el Consejo Superior de Deportes (CSD). Según José Ramón Garay, director de deportes del Gobierno vasco, el CSD todavía les adeuda las cantidades correspondientes al año 2001. Según el convenio, el CSD le paga al Gobierno Vasco unos 440.000 euros, de los que una parte se dedica a los equipos del Siglo XXI y otra a las inversiones necesarias en el centro de Fadura. 'En mayo de este año', explica Garay, 'nos comunicaron que, según un informe previo del ministerio de Administraciones Públicas, esos gastos entran dentro del cupo. Nosotros enviamos el tema a nuestros servicios jurídicos de Hacienda y nos respondieron que esas cantidades no entran en el cupo porque no se entiende que un equipo de la Federación española no entre en las competencias del estado'. Los jugadores, la federación y el Gobierno vasco estaban muy satisfechos por los frutos que estaba dando el proyecto. Sin emabrgo, se va al garete. 'Nuestra interpretación', dice Garay, 'es que hay unos motivos políticos'.

La sorpresa para los jugadores y sus padres ha sido mayúscula. 'Desde ayer no levantamos cabeza', explica resignado César Blanco, padre de Saúl, un escolta asturiano de 17 años con una gran proyección y que el año pasado fue distinguido con la beca Saporta otorgada por alto rendimiento académico y deportivo. 'No sabemos qué hacer, dónde ir'. Luis Orfila, padre de Jan, un ala pívot menorquín de 2,03 metros que debe empezar cuarto de ESO, todavía ayer intentaba que alguien le desmintiera la noticia de la disolución del equipo. 'Nos hemos quedado de una pieza. Ahora tendremos que correr para matricular a toda prisa a los chavales', dice. 'Y tratar de buscar algún equipo, cuando no hace mucho el Barcelona o el Joventut querían ficharlos'.

Sergio Rodríguez, padre del base tinerfeño de 16 años que también se llama Sergio y que tiene que empezar bachillerato, se lamenta: 'Nos ha cogido de sopetón. Ahora tenemos alguna pequeña opción pero las condiciones del Siglo XXI son inimaginables en otro equipo'.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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