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Una mirada a las gentes, los museos, las calles y los perros

Una mirada en clave poética y crítica es, para el director del Reina Sofía, Juan Manuel Bonet, el resumen de las fotografías de Elliott Erwitt. La crítica Lola Garrido montó en 1989, en el Canal de Isabel II, de la Comunidad de Madrid, otra antológica con un centenar de obras, también con la colaboración y presencia del fotógrafo. 'Es una mirada mucho más profunda de lo que en principio parece', afirma Garrido, de viaje, que no ha visto el montaje del museo.

'Es una foto familiar y es agradable que haya durado tanto tiempo', declara Erwitt al comentar las dos imágenes de una madre y su hijo en Nueva York en 1953. 'Era mi primera mujer y mi primer hijo. Es una instantánea familiar. Ahora esa niña tiene sus propios hijos'.

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Bonet recorre las 120 fotografías expuestas para destacar los retratos de personajes históricos, como Kennedy, Khrushchev, Fidel Castro, Kerouac, Mishima, Simone de Beauvoir, Grace Kelly, Marilyn Monroe; el niño colgado de un tranvía en la Barcelona de 1951, los cuadros de un museo de Venecia que recogen el último resplandor, la discrimación racial, las calles con tráfico y el humor de las composiciones con perros. Como imagen intemporal rescata una de 1955 de un padre y un hijo con baguettes por una carretera de la Provenza, que sirvió para ilustrar en EL PAÍS un reciente reportaje sobre las elecciones francesas. Entre los numerosos viajes del fotógrafo aparece su paso por España, como la playa de Valencia y el museo del Prado, con una mujer frente a la maja vestida y un grupo de hombres ante la desnuda.

Para una campaña

'Yo no hago fotos en color para mis exposiciones personales. El color es para trabajar. Mi vida ya es demasiado complicada, así que me limito al blanco y negro; ya es bastante. A blanco y negro queda reducido lo esencial, es mucho más difícil acertar. El color funciona mejor para la información', dice Erwitt en su libro Personal exposures. Una de las fotos favoritas del autor es la del palacio matrimonial en Bratsk, en Siberia, regalo de bodas a sus amigos. En el mismo texto comenta el encuentro Nixon-Khrushchev en Moscú en 1959, que en contra de su deseo se convirtió en un elemento de propaganda a favor de Nixon en la campaña de 1960.

Lola Garrido señala la visión del reportero de la Magnum unida a un estilo personal y una forma de trabajar 'muy coherente' y tradicional, sin entrar en experimentos o en los avances de la fotografía en las últimas décadas. 'Al margen del espíritu de la agencia, trabaja en blanco y negro con una manera distanciada y con sentido del humor. Es un trabajo muy personal, con un tipo de fotografía que presenta aparentemente anécdotas, pero que llevan una carga de profundidad por parte de una inteligencia muy clara. Tiene una idea y la plasma muy bien, con una mirada profunda'.

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