De vuelta al pozo
Más de 30.000 personas se enfrentan como pueden a los cortes de agua en Córdoba
En casa de Catalina Gil, en el Tercer Departamento de La Carlota, en plena campiña cordobesa, no hay ni gota de agua corriente a partir de las once de la noche. 'Anoche, mi yerno llegó tarde de trabajar. Es electricista y echa muchas horas. Y no se pudo bañar, la criatura', cuenta Catalina. 'Lo que hacemos es sacar unos cuantos cubos del pozo que tenemos atrás y ponerlos al sol, para que se vayan entibiando', completa.
Ésta no es la única familia que sufre restricciones de agua y se ve obligada a recuperar antiguas costumbres. A todos los habitantes de los municipios de La Carlota, Guadalcázar, Santaella y Fuente Palmera les sucede lo mismo, y ya han asumido que la situación se prolongará hasta septiembre. Aunque oficialmente se hable de 27.000 vecinos, los afectados son muchos más, porque en esta comarca se han multiplicado las segundas residencias. Y aunque los veraneantes no cuenten a efectos estadísticos, consumen igual.
'Dicen que las obras se van a licitar este año, pero el verano próximo estaremos igual'
Así, entre las 23.00 y las 7.00 horas, el flujo de agua se interrumpe, y según vaya la cosa, también cae algún corte por la tarde. 'Lo hacemos por prudencia, para poder garantizar el suministro', indica José Antonio Albañir, presidente de la Empresa Provincial de Aguas de Córdoba, Emproacsa. El problema, aclara, está en las conducciones. El agua llega desde el pantano de Iznájar, en el extremo sur de la provincia. Viaja de allí hasta Montilla y luego se redistribuye hacia Fuente Palmera. Y las tuberías no dan más de sí, concluye Albañir. Hace ya años que debía haberse construido un segundo ramal que permitiese transportar un mayor volumen de agua; la obra, que es competencia de la Junta y costará 23 millones de euros, se retrasa.
¿Y mientras tanto? Mientras tanto, muchos vecinos de La Carlota han decidido luchar contra esta variante de sequía instalando depósitos adicionales en sus casas y negocios. Para Fernanda Pulido, dueña de una heladería situada al lado del Ayuntamiento, el aljibe ha sido una necesidad. 'Aquí la gente viene cuando termina de cenar, sobre las once; es cuando más jaleo hay. Hay que fregar los vasos, enjuagar los paños. Sin agua no podríamos abrir', relata. Un depósito de mil litros cuesta un mínimo de 600 euros. Y luego hay que sumar la instalación y el mantenimiento del motor.
Algo parecido cuenta María José Benito, que trabaja en la Floristería Santa Bárbara. 'Nosotros tenemos pozo', dice. 'Necesitamos agua todo el día. Si no, se nos secan las plantas en el vivero'. En casa de Diego Obrero y Rosario Ariza, en Fuencubierta, también hay un pozo, tan coqueto como útil. Pero el que no dispone de depósito ni de pozo lo pasa mal. Rafael Bernier, propietario del Mesón Carlos III, se quedó la otra noche con un montón de platos sucios... y secos. 'Sí que me causan problemas los cortes', reflexiona. 'Habrá que hacer algo'.
En el Ayuntamiento piensan lo mismo. Francisco Pulido, concejal de Aguas, rebosa datos y argumentos. 'Hace cinco años que esperamos la ampliación de las conducciones, y nunca llega. Dicen que van a licitar la obra este año, pero nos tememos que el verano próximo seguiremos igual. Eso nos obliga a buscarnos la vida', señala.
El Consistorio de La Carlota destina cada año una parte sustanciosa de su presupuesto a enfrentarse a la escasez de agua. 'Nos gastamos unos pocos millones anuales en hacer prospecciones', asegura Pulido. Pero existe un problema adicional: la polución de las aguas subterráneas. 'Los pozos municipales están contaminados con nitratos, a causa de los fertilizantes y plaguicidas que se usan en la agricultura', declara el concejal. 'Para poder utilizarla tenemos que mezclarla con la de otros pozos en buen estado. Pero a veces ni eso podemos hacer, porque el agua lleva amonio también', añade.
'Según el plan de Emproacsa, nos corresponden unos 2.600 metros cúbicos de agua diarios', advierte Francisco Pulido. 'Son datos anticuados. No sólo hay más habitantes de los que ellos manejan, además de un porcentaje importante de población flotante, sino más industria, y la diferencia es de más de 1.000 metros cúbicos al día'.
También hay que contar más piscinas y más huertas. Aunque esté prohibido regar y llenar albercas con agua de abasto, es imposible controlar el cumplimiento de esta orden hasta que no llega el momento de comprobar los contadores. Como consecuencia, prevé lúgubremente el concejal, en breve van a empezar a cortar el agua entre las 22.00 y las 8.00 horas. 'Es preciso que las demás administraciones se pongan en marcha como hemos hecho nosotros', recalca Pulido. 'El problema de La Carlota se puede solucionar. Pero necesitamos apoyo externo', remata.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.