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Reportaje:

La encrucijada de Arantxa

A sus 30 años, la española busca una nueva estabilidad vital y confía en seguir en el circuito

A nivel deportivo su situación no difiere mucho de la que ya atravesó en 1997. Aquel año Arantxa Sánchez Vicario no ganó ningún torneo por primera vez desde su irrupción en 1987. Ahora la mejor tenista española de la historia ha perdido en ocho torneos en su primer partido y lo mejor que ha logrado han sido unos cuartos de final en Indian Wells y en Hamburgo. Es un balance atroz para una jugadora de primer nivel como ha sido la barcelonesa. Sin embargo, lo que más preocupa en estos momentos al entorno de la jugadora es que Arantxa recupere la estabilidad vital. 'Si eso ocurre', aseguran esas personas, 'su juego volverá'.

Pareció tocar fondo con la derrota que sufrió en la primera ronda de Roland Garros frente a la canaria Marta Marrero por 6-0, 6-1. Fue la única eliminación de Arantxa en la primera ronda de París en sus 16 participaciones y la más fulminante que ha sufrido en el Grand Slam. 'Desde luego, esto afecta', reconoció. 'Pero no tanto como para abandonar el tenis', agregó cuando se le sugirió si era el momento de colgar la raqueta. Arantxa se niega a dejarlo, y tiene fresco en la memoria que muchos la enterraron ya en 1997 y al año siguiente ganó el torneo de Roland Garros, tras fichar a su hermano Emilio como entrenador.

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Ahora, sin embargo, la situación es más dramática. El problema fundamental no es su juego. Eso es sólo una consecuencia de la situación personal por la que está atravesando. Todo el edificio vital que tan bien le ha funcionado hasta hace un par de años se está desmoronando. Primero se independizó de su familia, después vivió el drama que siempre supone un divorcio sólo un año después de haberse casado. Luego estableció una relación sentimental con su entrenador, que no escondieron en absoluto a las revistas del corazón. Y por último, dejó su carrera tenística por completo en manos de Antonio Hernández, su entrenador y su compañero, al prescindir de su hermano Emilio como técnico.

No es que la relación con sus padres sea mala, todo lo contrario. Tanto Marisa como Emilio Sánchez Benito estuvieron en la pista siete de Roland Garros cuando Arantxa vivió su peor tragedia deportiva. Y allí estaba también su hermano Emilio. 'El problema es que no juega', expresó su madre al salir de la pista. Y Emilio corroboró: 'Arantxa no le ha plantado cara. No ha podido hacer nada'. Todos la apoyan e intentan darle de nuevo la estabilidad emocional y personal que siempre encontró en el envoltorio que le ofreció en el pasado su familia. Pero Arantxa ha emprendido un nuevo camino y no parece querer mirar atrás.

En lo deportivo, la cuestión que se plantea es qué puede hacer Arantxa para recuperar su tenis y si Hernández es el técnico más adecuado para emprender esta empresa. La jugadora es 29ª mundial, su ránking más bajo desde 1988. Otra cuestión es si su tenis puede devolverla a la élite y a ganar torneos del Grand Slam. Y la respuesta es que dificilmente. Ni es tan rápida de piernas como cuando ganó sus cuatro Grand Slam (Roland Garros 1989, 1994 y 1998 y Open de Estados Unidos 1994) y cuando fue número uno mundial (1995), ni tiene la misma motivación, ni es tan fácil llegar a las últimas rondas de todos los torneos, porque el nivel medio del tenis femenino ha dado un salto espectacular y muchas jugadoras pegan todo lo que se les acerca. Ésa es la gran encrucijada de Arantxa.

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