Suavidad y temple de unos derechazos
La novillada de ayer empezó mal, porque el presidente de la plaza le regaló una oreja al rejoneador Kinttela. Un joven guipuzcoano que monta bien, pero que lleva a demasiada distancia el caballo del toro. No para de dar vueltas ininterrumpidamente a mucha distancia del toro. Una de las banderillas cayó en el brazuelo del animal. Estuvo mejor en banderillas cortas. Sin duda no era merecedor de la oreja que le concedió el presidente. Mal empezamos la temporada.
Por culpa del ganado, que no servía, la tarde fue un tostón mayúsculo. Sin embargo, en el cuarto novillo el barakaldés Raúl Cano instrumentó tres tandas de derechazos que atesoraban una suavidad y un temple de muchos quilates. También ofreció una serie de naturales largos, aunque tropezados. Remató con unas manoletinas muy ceñidas, más un pase circular y un pase de pecho lento. Se tiró a matar como si fuera a dejarse coger, y efectivamente salió trompicado, teniendo que volver a tomar la espada y soltar un espadazo delantero con el añadido de utilizar el verduguillo en seis ocasiones. Lo que dejó el recuerdo fueron esos derechazos lentos y muy templados. Sin duda fue lo más sólido y hermoso que tuvo esa tarde tan aburrida y sin salsa.
Clairac / Kinttela, Cano, Lescarret, Lara
Seis novillos de Clairac, sin clase, mansos, poca fuerza, sólo sirvió el 5º (1º devuelto por inválido). Igor Etxaniz, Kinttela: oreja. Raúl Cano: aplausos y vuelta. Julien Lescarret: aplausos y silencio. Iker Javier Lara: petición, vuelta y silencio. Plaza de Vista Alegre, 19 de mayo. Primer festejo de la temporada. Un tercio de entrada.
Sin suerte
El joven francés Julien Lescarret no tiene suerte en el País Vasco. Ni en San Sebastián hace meses ni en Bilbao ayer pudo demostrar lo que lleva dentro. Estuvo voluntarioso en sus dos novillos. Mejor en su primero y muy flojo en su segundo. No tuvo suerte con su lote.
Iker Javier Lara, por si no se sabe -su padre es primo carnal del lehendakari Juan José Ibarretxe- ha ganado bastante desde la última vez que le vimos, hace un año aproximadamente. Trata de hacer un toreo bueno con el capote, echando las manos abajo. Sabe doblarse con los toros, procura hacer un toreo largo, aunque a veces le salen los pases tropezados y sin templar. Está más puesto, como decimos, que hace un año, porque hace muy poco ha venido de torear en Colombia y en México, de todas formas, tuvo que pechar con dos bichos sin clase y además uno de ellos muy mansote.
Eso tienen los toros: que toda la tarde puede ser un calvario de aburrimiento, y sin embargo cuando el temple llega a una muñeca, tal el caso de Raúl Cano en el cuarto de la tarde, que sabe llevarla con la cadencia necesaria, de pronto unas palomas imaginarias de placer quedan en la retina del espectador más exigente. De esa suerte conseguimos olvidarnos del papelón que hizo el presidente de la plaza otorgando una oreja a todas luces innecesaria de otorgársela. La condescendencia es sinónimo de pleitesía a no se sabe qué.
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