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ESTADO DE ALERTA EN EUROPA

Holanda: la sorpresa que rompe la calma

ROMPIENDO LA TRADICIONAL tranquilidad de los comicios holandeses, la extrema derecha irrumpió, de la mano de su líder Pim Fortuyn, en las elecciones locales de marzo pasado, haciéndose con la mayoría de los votos y logrando desplazar a los laboristas en la ciudad portuaria de Rotterdam por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.

Los sorprendentes resultados locales han dado la voz de alarma porque, según las últimas encuestas, el éxito de Fortuyn no es sino el avance de los resultados de las elecciones generales del próximo día 15 de mayo que lo convertirán en la tercera fueza política del país tras los laboristas del Pvda y los democristianos del CDA.

Los augurios preocupan incluso a los más optimistas, ya que el tradicional reparto de votos que proporciona desde hace generaciones Gobiernos de coalición a Holanda puede situar al partido de Fortuyn en el Gobierno.

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Con su actitud políticamente incorrecta, una agresividad verbal desconocida hasta ahora en Holanda y exageradas declaraciones, mucho más contudentes en la forma que el fondo, Fortuyn ha hecho una carrera meteórica apoyado en una fuerte campaña mediática que le ha forjado una imagen de redentor de los problemas sociales.

Según un estudio recientemente realizado, sus votantes son fundamentalmente varones jóvenes, de bajo nivel cultural e ingresos medios, para quienes el radicalismo ofrece soluciones rápidas.

Aunque su liderazgo empezó a perfilarse a raíz de unas fuertes declaraciones de corte xenófobo, poco a poco ha ido matizando su mensaje y a estas alturas se acerca más al populismo de Berlusconi que al racismo excluyente de Jean-Marie Le Pen o del austriaco Jörg Haider.

Con todo, su programa político, que presentó en forma de libro y se ha convertido en uno de los best-sellers de las últimas semanas, no ahorra en insultos a los tres partidos que integran la coalición del Gobierno saliente ni en ideas tan radicales que rayan en lo impracticable.

En las 186 páginas, Fortuyn, que hace gala de su homosexualidad y no oculta su misoginia, apuesta por el cierre de las fronteras, la salida del acuerdo de Schengen y de muchos convenios de las Naciones Unidas, la eliminación de las grandes consecuciones holandesas en materia de subsidios y la marcha atrás en la liberalización de las drogas.

Si por él fuera, Holanda sólo admitiría a los inmigrantes que entraran vía Francia, Alemania, el Reino Unido y Dinamarca, se reforzarían los controles en las fronteras y se eliminaría el Parlamento Europeo.

Fortuyn defiende las escuelas pequeñas sin ordenadores, la vuelta del servicio militar obligatorio tanto para hombres como para mujeres, la retirada de las tropas de Holanda de todas las misiones internacionales de paz y la eliminación de los cuerpos de tierra y aire para mantener sólo la marina.

También ha prometido que talará los bosques de los alrededores del edificio donde se celebran las reuniones de Estado 'para que el pueblo tenga una buena vista'.

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