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Reportaje:

Días de desierto y mármol

El Príncipe visita la Legión, las extracciones de Macael y la Plataforma Solar de Tabernas

En la jornada del Príncipe en Almería predominó ayer el carácter pétreo y la ausencia de inmigrantes. Comenzó en Macael, en las explotaciones de mármol, y continuó en Tabernas, en la planta de energía solar, donde un sol caprichoso proyectó la sombra sobre la comitiva real que llegó por los aires al desierto. A mediodía don Felipe cambió el traje de civil por el uniforme y marchó a Viator, al cuartel de la brigada de la Legión, donde una compañía presentó los honores corporativos y los cañones dispararon unas aparatosas y humeantes salvas. En el Ayuntamiento, aunque acudieron cientos de almerienses, fue inevitable la comparación con el cantante heredero de Operación Triunfo, hijo aventajado de la tierra.

La adustez y un rigor de hierro han marcado la visita de don Felipe por Andalucía. Nada ha quedado en manos del azar. Hasta las breves y aplaudidas efusiones del Príncipe con la multitud, ocasiones que aprovechan los fotógrafos para obtener la denominada 'foto de las manos', carecen de espontaneidad. Las breves explicaciones que recibe en ciertos lugares sobre proyectos o industrias tienen un aire enverado, de marcado compromiso.

No se sabe si fue la dureza del mármol, o la frialdad del estricto protocolo a la que hemos aludido, y que reviste con la misma prosopopeya las comidas con empresarios que con estudiantes, lo que inspiró al escultor del busto que los empresarios del mármol entregaron ayer a don Felipe tras mostrarle todo el proceso fabril, desde la extracción al lijado. El propio Príncipe miró desconcertado la réplica de su cabeza y comentó: 'Ése está muy serio'.

En realidad todo parece serio. Los informadores que viajamos con la comitiva del Príncipe somos los individuos más vigilados del mundo y las maletas con los aparejos las más olidas por los perros detectores de explosivos. Un servidor sospecha que los animales, después de muchos días de repetir la operación, podrían detectar nuestra presencia en una cata a ciega o ir a la perfumería a comprar el desodorante.

Sin embargo, en la Plataforma Solar de Tabernas, los periodistas, una vez examinados por los agentes de seguridad y husmeados por los perros los equipos, tuvimos que entregar carnés y salvar una valla. Alguien temía que robáramos el sol. No hay otra explicación para justificar tamaño celo. Pero el sol no asomó. Esta circunstancia deslució una visita cuyo número fuerte era la fusión de una placa metálica por un haz de luz solar concentrado, una especie de juego de física recreativa en el interior de un gran horno.

Así que parte de la concurrencia tuvo que abandonar mohína la plataforma de sol sin sol y continuar por una panorama desértico donde un cielo confundido amenazaba con lluvia. Don Felipe partió hacia el Ayuntamiento de Almería y sobrevoló los poblados de los vaqueros y las tiendas de los indios que debían tener el día libre. Sumido en la contradicción, el cronista comprobó el extraño éxito que tienen en el Este los poblados del Oeste, mientras continuaba por el Sur camino de Viator.

'Legionarios a luchar. Legionarios a morir'. Ésta es la doble consigna que saluda al pacífico viajero a la entrada de la sede la Brigada de la Legión Alfonso XIII. Tres controles diferentes (además de los ya referidos de las acreditaciones ordinarias) tuvieron que superar los civiles para llegar a los pabellones y a las avenidas principales vigiladas por Millán Astray y decoradas con monumentos que remiten al realismo soviético de la Guerra Fría.

Los militares mantienen una disciplina tan estricta como el protocolo real, con lo que ya se puede suponer las carreras, los traslados, los confinamientos y explicaciones del programa que se desarrollaron a continuación. Lo más divertido fueron las salvas (muy cinematográficas) y la interpretación de la marcha titulada El abanico mientras el Príncipe pasaba revista a la compañía.

El encuentro popular en el Ayuntamiento quedó estropeado por la sombra de David Bisbal. Los asistentes, siendo los dos personajes heterogéneos, no podían evitar una comparación engorrosa que según los expertos perdía don Felipe. Será cuestión de preparar la revancha.

A la comitiva le atardeció en Níjar, rodeada de frutos y hortalizas, frente al característico paisaje gris de los cultivos bajo plástico, donde se cultiva el 56% de la producción andaluza. No se vio a ningún inmigrante.

La adusta jornada concluyó con la enésima presentación de los Juegos Mediterráneos cuyo lema (Almería 2005) parece la letanía de un rosario: 'Almería 2005, ora pro nobis'.

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