La pintora de la batalla de Lepanto
La mejor manera de desactivar a un autor es encuadrar su obra en un género fuera de prestigio. No hay artículo sobre Howard Barker sin que detrás del sustantivo 'teatro' aparezca el adjetivo 'político', por mucho que a él le parezca desafortunada su utilización. Lo es más la expresión 'el Brecht británico', que se inventó alguien apremiado por la urgencia de llenar el folio en blanco: lo peor de estas etiquetas es que se quedan pegadas. Más que político, el teatro de Barker es moral por el espíritu que lo anima. 'Teatro de la catástrofe', lo denomina él mismo, aludiendo a que sus obras suelen estar ambientadas en momentos históricos teñidos por la guerra y la destrucción.
Pero Barker no habla del pasado: elige otras épocas porque la distancia le permite objetivar las pulsiones humanas y los eternos conflictos de intereses entre individuo y poder. El presente se ve con mayor perspectiva cuando se proyecta hacia atrás. Escenas de una ejecución, su pieza más conocida (la mejor, según Michael Billington, el crítico británico más seguido fuera de su país), fue escrita por Barker en 1984 para la BBC, y ese mismo año ganó el Premio Italia a la mejor obra radiofónica.
Se nota su origen en dos escenas que se desenvuelven en la oscuridad de los calabozos, o en otras en lo alto del andamio en el que Galàctia, la protagonista (Anna Lizaran), pinta un lienzo monumental sobre la batalla de Lepanto. Es un encargo que le ha hecho Urgentino, dux de Venecia (Ramon Madaula), para alagar a su hermano, el victorioso almirante Suffici (Pep Pla). El dux pretende que el cuadro alabe las virtudes de la República, pero con cada pincelada su autora intenta desvelar las atrocidades de la guerra y la indiferencia de quienes la promueven.
De la tensión entre el discurso de la artista y el de quien la paga se alimenta este drama por el que también desfilan un joven pintor de cristos, amante de Galàctia (Ivan Benet); el cardenal Ostensibile, secretario de Instrucción Pública (Pep Jové); un superviviente de Lepanto que es en sí mismo museo viviente de los horrores de la guerra (Xavier Capdet), y Gina Rivera, la crítico de arte que con su discurso acaba desactivando el lienzo que había de ser una bomba de relojería colocada en el corazón de Venecia (Victòria Pagès).
Escenas d'una execució, que el 11 de abril llega a la sala pequeña del Teatre Nacional de Catalunya, traducido por Quim Monzó, es teatro de ideas, combinado con otros ingredientes: una pasión amorosa, cierta dosis de intriga, momentos de humor... La primera vez que se puso en escena fue en 1986 en el Almeida Theatre de Londres, con Glenda Jackson interpretando a la protagonista. Hace dos años, el propio autor dirigió una producción en The Pit, con Kathryn Hunter. En el montaje de Barcelona completan el reparto Cristina Genevat, Santi Ricart, Carles Figols, Jordi Puig, Kai, Ferran Lahoz y Pepo Blasco. La escenografía es de Jean-Pierre Vergier.
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