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'El gerente es el gerente'

Las universidades se llenan de mujeres, pero los altos cargos siguen siendo cosa de hombres. Hay que rendirse a la evidencia: 'En la cabeza de la gente, el gerente es el gerente'. Esta es una de las principales conclusiones de Mujeres y función pública, de Esther Escolano, un libro que aporta datos inéditos sobre el acceso y promoción laboral del personal de administración y servicios (PAS) de la Universidad de Valencia.

Según las cifras de 2000, las mujeres son cuantitativamente superiores llegando a representar el 63,1% del PAS, tónica que cualitativamente se invierte: los varones predominan en el grupo A y copan el 56% de los puestos. Aquí es donde las cifras refrendan el imaginario de las personas entrevistadas: el gerente 'naturalmente' parece un hombre, como el rector; hecho que se repite en las demás universidades españolas. 'No existe una imagen asexuada del gerente y del rector, el hombre parece gozar socialmente de mayor credibilidad. Lo que me extraña es que el vocabulario en los Estatutos y en los documentos siga sin corregirse', dice la autora, licenciada en Derecho y en Geografía e Historia.

La visión de que nos hallamos ante una Administración eminentemente femenina se recobra cuando descendemos un peldaño: las mujeres dominan en el grupo B (58,9%) y D (79,1%). 'Nos quedamos en los puestos inmediatamente inferiores. Nos es imposible traspasar ese techo de cristal, que nos separa del abismo de la gerencia', comenta Escolano, defendiendo la teoría de que las discriminaciones son sociales: 'En ningún momento podemos hablar de situaciones de discriminación en la Universidad, a diferencia de la Administración privada. Pero no debemos olvidar que procedemos de una sociedad donde resulta extraordinario ver a una mujer en un cargo ejecutivo. Para estar ahí, a diferencia del hombre, tenemos que demostrar un plus. En las últimas elecciones a rector se magnificaron las diferencias de los equipos, al acentuar las diferencias numéricas de mujeres entre ambos', subraya desde una actitud 'obligadamente' vigilante.

Este trabajo, que sirve para entender cómo se ha integrado la mujer en el sector de los servicios -el más feminizado del mercado laboral español- resume los resultados entre 1975-2000 a través de datos históricos. A lo largo del análisis se muestra que la Universidad de Valencia ha sido un ámbito eminentemente femenino, más que la media universitaria española fijada en un 56,3% de mujeres.

El porcentaje más elevado de la universidad se registró en 1975 con un 77,5% de mujeres, perdió posiciones relativas en el conjunto, pasó a ser el 70,3% en 1985, el 66,8% en 1990, hasta llegar al 63,1% una década después. El cambio de signo hay que ponerlo en relación con la aprobación de la Ley de Reforma Universitaria (LRU), que provocó un auge de los departamentos y unidades de gestión, lo que se tradujo en una necesidad de gente. Hasta la década de los 80, la función publica se veía como 'una opción femenina' con bajos sueldos compensados con estabilidad y seguridad: 'Se trataba de la clásica secretaria, actividad socialmente aceptable, que permitía a la mujer alternar la crianza, al contar con tardes libres', se recoge en las entrevistas del libro que analizan el giro actual: 'Hoy el empleo público es mejor considerado que el privado por su estabilidad y rentabilidad comparativa. Las mujeres lo valoran como una auténtica carrera profesional. Aunque a la hora de las mejoras, el hombre se tira en plancha y la mujer mira la agenda'.

La participación de las mujeres del PAS en las instancias de representación de la Universidad alcanza cotas más elevadas que la femenina en la esfera pública, aunque no alcanza su correspondencia efectiva del colectivo, el 63,5%. En el Claustro el 54,8% son mujeres. La distribución por sexos arroja datos similares en términos sindicales con una escasa representación: delegados sindicales (56,3%), comité de empresa (50%) y junta de personal (57,1%). Esto se agudiza en la Junta de Personal, donde el colectivo de mujeres, casi el 80%, sólo alcanza el 55,1%. Este fenómeno puede tener su origen en la baja afiliación femenina derivada de causas sociológicas.

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