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Crónica:FERIA DE FALLAS
Crónica
Texto informativo con interpretación

Sólo destellos en una tarde sin remate

La suerte repartió justicia. De seis toros, cada uno de los toreros se llevó uno bueno. Con estilos diferentes, pero buenos de verdad. De esos tres toros, dos fueron de Domingo Hernández, primero y quinto, y uno de El Pilar, el tercero. Ayer, como se ve, tocaba nones.

Mas fueron toros con diferencias notables en tipo y en juego. Desde el muy terciado y pobre de cara que abrió plaza, al muy correcto que hizo quinto, pasando por un tercero justo y cortito de caja. De común sólo tuvieron la fuerza. Muy poca, por cierto.

De juego, dispares también. El primero de Joselito fue repetidor y con un incómodo gazapeo.Tuvo poca transmisión pero bondad infinita, a pesar de ese matiz de incomodidad que no dejó centrarse a su matador. No hubo mando en la faena de Joselito, con repetidos enganchones que deslucían el conjunto de una labor que no terminó de coger vuelo. Cuando pareció centrarse Joselito, precisamente con la mano izquierda, el toro estaba con el gas en punto rojo. Ya no había solución. No bastó una buena serie al natural para remontar lo que había empezado sin ligazón.

El que saltó en tercer no auguraba que acabara su vida en el ruedo. Tal era su flojedad que en varas pasó prácticamente sin castigo. Un trámite, vamos. Abellán, que lo había toreado variado con el capote, desde las dos largas de rodillas de salida hasta el combinado por tafalleras del quite, se lo dejó crudo con idea. Ese toro de El Pilar tuvo prontitud y fijeza, sobre todo por el pitón derecho. Por ahí basó la faena Abellán, muy metido siempre con el toro, tras el comienzo de un cambiado por la espalda. La faena tuvo cierto vuelo por el lado bueno del toro. Por ahí lo entendió bien el torero. Los muletazos tenían largura y hasta mando, aunque una vez con la muleta en la mano izquierda cambió el panorama. Por ese lado el toro negó su entrega y la faena quedó sin el remate apropiado.

El colorado ojinegro que hizo quinto fue el otro toro de la corrida. Quizás el de mayor transmisión, aunque con el notable defecto de que nunca humilló. Fue el clásico manso del primer tercio que se va suelto del caballo, que, pronto y de largo, acaba metiendo la cara en la muleta hasta con recorrido.

Con ese toro de Domingo Hernández, José Tomás cuajó una faena de series cortas. Eran tres muletazos y el remate. Tanto por la derecha como por la izquierda. La faena de Tomás partió de la virtud de dejarse venir el toro a la media distancia, incluso a veces de muy largo. Los mejores momentos fueron cuando empleó la zurda, muy centrado, templado y con las zapatillas clavadas en la arena. La faena vivió fases de cierta intensidad, diluida definitivamente a la hora de utilizar el descabello.

Los tres toros restantes fueron otra corrida. El sobrero de El Pilar fue blando y se defendió en la muleta. José Tomás se perdió con él. El cuarto, el más toro de la tarde, empezó rebrincado y acabó apagado. Joselito, espeso de ideas, terminó quitando moscas. El sexto fue el más deslucido de la corrida. No tuvo entrega y sí un acusado punto de violencia que resultó determinante. Abellán intentó la pelea en los primeros momentos, pero aparecieron muy pronto los enganchones y el toro, muy a la defensiva, acusó mucho más sus defectos.

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