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Los 'niños', al asalto del poder

Generaciones de atletas cada vez más jóvenes empiezan a invadir y transformar los niveles más altos del deporte profesional

Carlos Arribas

A Sergio García le llaman El Niño y, corriendo los tiempos que corren, más parece un sarcasmo que un apodo simpático. Sergio García sólo tiene 22 años, pero parece todo un veterano. Disputa su tercer año en los circuitos profesionales de golf, tiene novia famosa -la tenista Martina Hingis, otra que empezó de niña en el deporte profesional- y ya ha ganado mucho dinero. Los jugadores de su edad que debutan ahora en el circuito norteamericano, jovencitos como Charles Howell III o Matt Kuchar, le ven como un padre, casi. Y, por si esto no fuera poco, al lado de gente como Ty Tryon, es un abuelo.

Ty Tryon, de Raleigh (Carolina del Norte), tiene 17 años y es el golfista más joven que ha conseguido nunca la tarjeta del circuito norteamericano de golf. Es tan joven que aún no tiene derecho a jugar toda la temporada y, mientras no cumpla los 18, el 2 de junio, sólo le permiten disputar una docena de torneos. Todavía no ha pasado nungún corte. Su caso, el de un estudiante de instituto que lo deja todo para dedicarse a vivir del golf, a trabajar el golf, sería anecdótico si no fuera porque es sintómatico. Lo joven tira, lo joven vende. El deporte profesional, un respetable ámbito en el que, antes, gente bien formada se ganaba la vida, se hacía millonaria o forjaba su futuro, está sometido al asalto de los niños.

LeBron James, de 17 años, saltará directamente del instituto a la NBA
Jorge Lorenzo, de 14 años, debutará en el Mundial de 125cc y hará 'viejos' a Pedrosa o Elías

No hay que rebajarse a ejemplos extremos, fenómenos de feria, como el de otra golfista, la hawaiana Michelle Wie, que hizo novillos unos días en su escuela infantil el pasado febrero para participar, a los 12 años, en un torneo profesional masculino; o como el de otras golfistas más, las gemelas Aree y Naree Song Wongluekiet, que llevan ya unos cuantos años, desde que tenían 14, saliendo en los periódicos, por precoces y magníficas jugadoras.

Hay que hablar de atletas como LeBron James, el jugador de baloncesto de Akron (Ohio) de 17 años, portada hace 15 días en el Sports Illustrated, que probablemente saltará este verano del equipo del instituto a la NBA, sin pasar por la universidad y sin siquiera acabar la enseñanza media, y que dentro de poco, dicen todos, será tan grande, por lo menos, como lo fue Michael Jordan. El paso por la NCAA, antes obligatorio para todo aquél que aspirara a lo máximo, se convertirá pronto en una decisión opcional. Es una vuelta de tuerca más a la vía abierta por los pioneros Kobe Bryant, Tracy McGrady y Kevin Garnett, pero con una diferencia: estos tres llegaron cruditos a la NBA, sin formarse físicamente. James, en cambio, tiene la dureza y la madurez de un jugador de 22 años. Los efectos de esta tendencia sobre el futuro de la NBA son objeto de debate.

En España, en la Liga ACB, no se llega a tanto, aunque ayer mismo se produjo un hecho reseñable: en el Gijón, colista de la Liga, jugó y marcó tres puntos Leroy Tresguerres, base ovetense de 1,83 metros. La noticia es que tiene 16 años. No es, sin embargo, el más joven en la historia de la ACB: hace 12 años Ángel Rebolo jugó en el Breogán a los 15.

Habrá que hablar también de motociclistas como Jorge Lorenzo, el mallorquín que debutará este año en el Mundial de 125cc, en el que convertirá en viejos a Dani Pedrosa, que sólo tiene 16 años y debutó a los 15, o a Toni Elías, el subcampeón del mundo, que debutó en el campeonato hace ya tres años, cuando tenía 16. Lorenzo, diminuto piloto de 1,60 metros y 49 kilos, hijo de padre mecánico y ex piloto y madre loca por las motos, tiene 14 años. Cuando el 5 de mayo, en Jerez, dispute su primer gran premio, un debú aplazado por una lesión, se convertirá en el más joven piloto de la historia que dispute un Mundial. Y ya se considera un veterano: su primera carrera la disputó a los tres años. El año pasado, a los 13, ganó un gran premio en el Campeonato de Europa de 125cc. Un paso más en la exaltación de la precocidad. Àlex Crivillé fue un niño prodigio que debutó en un gran premio a los 17 años y ganó el Mundial a los 19; el italiano Valentino Rossi le envejeció ganando el Mundial de 125cc a los 17. ¿Cuándo ganará Lorenzo?

No son, en realidad, casos tan extraños en otros deportes, como el tenis femenino, donde los años 80 y 90 fueron la época de las niñas tenistas, de tenistas batiéndose en el circuito desde los 15 o los 16 años. Los años primeros de Jennifer Capriati, por ejemplo. Su caso, su tortuosa historia, la vida de una niña incapaz de asimilar fama, dinero y trabajo, la rehabilitación de una mujer madura que vuelve al tenis para dominarlo de verdad, forzó a las directivas del circuito de la WTA a imponer un límite mínimo de edad.

Otras especialidades, casi siempre en su versión femenina, han sido tradicionalmente deporte de niñas. La natación y los fenómenos adolescentes de la República Democrática Alemana o la fenomenal española María Peláez, o la gimnasia, la deportiva y la rítmica, que descubrió el filón de la precocidad con la Olga Korbut de Múnich 72 y que se beneficia desde entonces de la excepcional elasticidad de los músculos aún no formados de tanta niña y de la delgadez anoréxica a que las puede someter.

Y el fútbol siempre ha sido un deporte abierto a los cracks juveniles, a Maradona y Raúl, en la cima del mundo desde los 16 o los 17 años. Pero eran niños que llegaban a un deporte ya hecho y se adaptaban a lo que había. En otros deportes de madurez y resistencia física, los fenómenos adolescentes siempre han sido excepcionales. A un ciclista se le considera precoz si gana carreras a los 21 años y a un maratoniano o fondista si lo hace a los 30.

Los nuevos jóvenes, sin embargo, llegan a deportes habitualmente de veteranos, apoyados por los medios de comunicación y por las grandes agencias, como IMG, que tienen academias de formación, y llegan dispuestos a transformar el mundo. El caso del golf es ejemplar.

El golf ha sido de siempre un deporte de madurez. De aprendizaje largo. Un deporte de técnica y experiencia. La carrera triunfadora de los grandes comenzaba normalmente mediada la década de los 20 años, alcanzaba su apogeo mediados los 30 y se mantenía a un nivel digno hasta mediados los 40. Y todos juegan de igual a igual, el de 23 contra el de 47: el único deporte que admite a padres contra hijos en teórica igualdad de condiciones.

Todas estas afirmaciones pueden empezar a hacerse en pasado sin temer el error. Si se impone, el nuevo plan de prejubilaciones lo transformará todo.

La idea, apoyada por la Fox, la única gran cadena televisiva de Estados Unidos que no tiene derechos de ningún torneo de golf, es sencilla y, aparentemente, atractiva. Se trata de la creación de un nuevo circuito a caballo del de la PGA y del circuito sénior, en el que se puede ingresar a los 50 años, el circuito de los grandes, o, más bien, el circuito reservado a los ganadores de los grandes que tengan el año próximo entre 37 -curiosamente la edad de José María Olazábal y John Daly, que serían los niños del tour- y 55. Un circuito para veteranos codiciosos y desplazados por los jóvenes cuyo gran propagandista es Fred Couples. Actualmente hay 35 jugadores que cumplan las condiciones. Ellos solos jugarían un mínimo de ocho torneos al año y recibirían un mínimo de 50.000 dólares (unos 55.000 euros) por cada uno, sólo por quedar los últimos: 450.000 euros al año sólo por participar.

La idea puede calar, principalmente porque cada vez hay más miedo entre los viejos, que temen que el futuro próximo es el de un golf puramente físico en el que los dólares y los triunfos serán para los jóvenes que se machacan en el gimnasio y que salen de los laboratorios, las academias en las que ordenadores, vídeos y nuevas técnicas de enseñanza producen a todo ritmo clones para invadir el circuito.

Una idea melancólica contra la que se rebela Olazábal. El jugador vasco tiene 36 años, pero está más fuerte que nunca, llega más lejos que nunca, juega mejor que nunca y, mentalmente, está tan nuevo que está deseando demostrar a los jóvenes lo que es el golf.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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