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Crítica:MARTIRIO | CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Arte creciente

Es cierto que Martirio ha rebajado considerablemente el exceso de su peineta. En cambio su arte crece constantemente. Yo no sé si ella inventó aquella imagen primera, tan estrepitosa, por creerlo necesario para realzar de alguna manera su carrera incipiente; lo que sé es que hoy no precisa de ningún adorno llamativo para sustentar un arte que por sí solo tiene una formidable entidad.

Diría más: la forma de cantar de Martirio se contradice con aquella aparatosa iconografía personal. Ella no es una folclórica de rompe y rasga ni nada que se le parezca. Bien al contrario, su canción es con frecuencia intimista, interiorizada hasta la carne viva en los temas de mayor emoción. María la portuguesa de Carlos Cano, por ejemplo, que cantó ejemplarmente, con un gran sentimiento, con dolor. A fin de cuentas su proceso de reelaboración de la copla es bastante próximo, pienso yo, al de Cano.

Concierto: Mucho corazón

Con Jerry González (trompeta), Raúl Rodríguez (guitarra), Guillermo McGill (batería), Jesús Lavilla (piano)... Teatro Pavón. Madrid, 20 de febrero.

Martirio cantó de todo: música cubana, boleros, jazz, blues, copla -'que el jazz, el blues y la copla no están tan lejos si las cabezas fueran más abiertas'-, tango argentino -que dedicó a los hermanos de allá, 'siempre junto a nosotros, en el trabajo, en la alegría, en el psicoanálisis'-, flamenco... En todos los géneros brilló, con su voz recogida y grave, sin gritos ni desmelenes. Sobre todo en la copla Martirio alcanza un grado de excelencia destacable en su creación de Ojos verdes, tema que sin ser de su autoría merece esos honores en su versión, donde su aportación personal es decisiva.

Personalidad es un factor a tener muy en cuenta en todo lo que Martirio hace, por el rasgo definitorio que aporta a su obra. El tango argentino es un caso fuera de lo común, al cantarlo ella con acento casi porteño y sin embargo hacerlo bailar en flamenco al palmero Manuel Flores, una verdadera revelación.

El público, que desbordaba el viejo teatro Pavón y era prioritariamente muy joven, después de aplaudir fervorosamente en pie salió a la calle encantado con la simpatía, la magia y el arte de Martirio.

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