Congreso a la vista

El ministro Álvarez Cascos le ha dicho al señor Zaplana, presidente del congreso del PP que hoy se inicia en Madrid, que 'ese puesto le obliga a mantener una postura de mayor prudencia a la hora de prejuzgar el desarrollo del congreso y de las iniciativas de los compromisarios que acudimos al mismo'. Y es que el señor Zaplana se había permitido opinar que la enmienda presentada por Álvarez Cascos a la ponencia de Estatutos, limitando el mandato de los presidentes populares en la Moncloa, carecía de importancia y que habrá enmiendas más interesantes que ésta. Sabido es que la enmienda del ministro de Fomento no ha sido bien recibida por la cúpula dirigente del Partido Popular. Es decir, por el presidente Aznar, porque él, y sólo él, configura esa cúpula. Y es lógico que el señor Zaplana haya querido quedar bien con el jefe y seguir al pie de la letra sus opiniones. Al caudillo no le gusta lo que propone Cascos ni tampoco al secretario general del movimiento, señor Arenas. Nada mejor, por tanto que, como dice un afamado comentarista en La Estrella Digital, hacerle la pelota a Aznar y a Arenas. Entre otras cosas porque en este congreso del PP no se va a dilucidar nada novedoso ya que todo está decidido: Aznar es dios y Arenas su profeta. Y los demás a esperar. 'El que se mueva no sale en la foto', dicen que decía Alfonso Guerra cuando lo del socialismo. ¡Pues vean ustedes ahora! Ahora es que no hay ni foto. Tan sólo un primer plano de Aznar. No hay espacio para nadie más. Él lo ocupa todo. Y lo que él diga se hará. En el Partido Popular no caben las sorpresas. Es decir, no caben las sorpresas para el jefe. Para los demás sí. Para los demás caben todas las sorpresas posibles. Todas las sorpresas con que quiera obsequiarles quien manda. En este partido nadie sabe nada, nadie se atreve a aventurar una opinión sobre lo que va a suceder dentro de cuarenta y ocho horas. A estas alturas, y a punto de iniciarse el congreso, ni el propio Zaplana sabe cómo va a presidir el cónclave. Ya irá recibiendo instrucciones. Todo está atado y bien atado.

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