'La Tierra tendrá que esperar 50.000 años para olvidar los siglos XX y XXI'
La Tierra tendrá que esperar 50.000 años para que el sistema climático olvide que hemos existido en los siglos XX y XXI haciendo este experimento incontrolado de inyectar a la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono'. Así concluyó su charla André Berger, ante decenas de investigadores, al recibir en Estrasburgo, a finales del año pasado, el Premio Latsis 2001 de la Fundación Europea para la Ciencia (ESF). La presentación de Berger (Universidad de Lovaina) en el acto corrió a cargo de una figura histórica del cambio climático: el físico sueco Bert Bolin, que fundó y presidió el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de Naciones Unidas. Bolin destacó que el premiado, matemático y meteorólogo belga, experto en paleoclima, ha calculado con enorme precisión los factores astronómicos que influyen en el clima de la Tierra.
Pregunta. ¿Cuáles son esos factores astronómicos?
Respuesta. El Sol influye, primero, porque es una estrella que emite energía, que varía con el tiempo. En nuestros cálculos, asumimos que esta actividad solar es constante en el último millón de años, porque apenas varía. La segunda influencia se debe a los factores astronómicos.
P. ¿Cómo influyen en el clima terrestre?
R. Hay tres parámetros fundamentales. El primero es la forma de la órbita de la Tierra, que es elíptica pero varía con un período de unos 100.000 años. El segundo es la inclinación del eje de rotación del planeta, cuyo valor actual es 23 grados 27 minutos, y varía entre 22 y 25 grados con un período de 41.000 años. El tercer factor es algo más complicado, la llamada precesión climática, e indica la posición de los solsticios de verano e invierno en relación a la distancia entre la Tierra y el Sol; varía con un período medio de 21.000 años. Estos tres factores permiten computar con precisión la energía que recibimos en cada latitud de la Tierra.
P. ¿La influencia de la mecánica celeste es el factor que determina la variabilidad del clima?
R. No es el único parámetro, pero es como el gatillo, la condición necesaria, sin la cual no variaría el clima, y los propios mecanismos del sistema climático, que son muy complejos, amplifican o neutralizan su influencia. El factor astronómico es conocido desde el siglo XVIII, pero ahora los ordenadores permiten obtener soluciones muy precisas. Mi equipo y yo hemos hecho cálculos muy precisos de hasta un millón de años en el pasado y un millón de años en el futuro.
P. ¿Ha cambiado mucho el clima en un millón de años?
R. Se alternan períodos interglaciales, como el actual, y glaciales con periodicidad de 100.000 años. Hace 20.000 años había en la Tierra quince millones de kilómetros cúbicos de hielo más que ahora; Canadá estaba cubierta de hielo con un grosor de entre uno y tres kilómetros, y en Eurasia el hielo se extendía por el Norte de Alemania, Holanda, parte de Rusia.... con el mismo grosor.
P. Conociendo la variabilidad natural del clima, ¿Qué opina del cambio climático inducido por la acción del hombre?
R. Hay que tener en cuenta la escala de tiempo. Sobre las grandes variaciones a escala de decenas de miles de años entre períodos glaciales e interglaciales, están las variaciones de alta frecuencia a escala de años o siglos. Ahora estamos en la llamada situación templada del siglo XX, y hay una tendencia al aumento de las temperaturas desde principios del siglo pasado.
P. ¿Es significativo?
R. Aproximadamente un grado centígrado, y no es uniforme. Al menos un 50% de este calentamiento es debido a las emisiones de la actividad humana. Tenga en cuenta que la diferencia de temperatura entre la situación interglacial y el periodo glacial que he descrito era sólo de cinco grados, así que un grado centígrado no es despreciable en absoluto.
P. Hace unos años se decía que íbamos hacia una glaciación y que no había que preocuparse por el calentamiento.
R. En los años setenta se hicieron grandes avances en geología y se vio que los períodos interglaciales duran entre 10.000 y 20.000 años. Ahora iríamos hacia una glaciación y algunos dijeron que el calentamiento global era estupendo porque lo compensaría. En los últimos diez años hemos trabajado en esto y hemos visto que la excentricidad de la órbita de la Tierra se acerca hacia el valor cero y la insolación del planeta no va a cambiar mucho. Además, la concentración de CO2 en la atmósfera ha variado en el pasado entre 200 ppm (partes por millón) en las glaciaciones, y 280 ppm en los períodos interglaciales, mientras que ahora estamos ya en 370 ppm y aumentando. El actual período interglacial va a ser muy largo.
P. ¿Y qué pasará?
R. Con el escenario normal de emisiones, que supone duplicar la concentración de gases de efecto invernadero y llegar a 750 ppm, los modelos nos indican qué se derretirá la capa helada del hemisferio Norte. Esto tardará 10.000 años; luego permancerá otro tanto derretida. Después, en los 30.000 años siguientes, se reconstruirá el hielo hasta el tamaño actual. Es decir, que pasarán 50.000 años hasta que el clima empiece a ser el mismo que habría sido naturalmente. Por eso digo que pasarán 50.000 años hasta que la tierra olvide este experimento incontrolado de inyectar CO2 en la atmósfera.
P. ¿Qué le parecen las medidas políticas que se discuten para hacer frente al cambio climático y el Protocolo de Kioto?
R. El Protocolo es absolutamente necesario porque tenemos que empezar a abordar las cuestiones fundamentales y presionar a los políticos y a la sociedad para que no continúe esta estupidez de quemar muchísimos combustibles fósiles, algo que no es necesario porque podemos hacer mucho mejor las cosas con nuevas tecnologías. Kioto es un punto importante porque abre la puerta de la discusión, pero la decisión adoptada (que los países industrializados reduzcan sus emisiones en un 5,2% en los próximos 10 años) no tendrá impacto alguno en el clima. Para atenuar el calentamiento en el siglo XXI hay que reducir las emisiones globales en más del 50%. La mejor política es la adaptación a la nueva situación climática que vamos a afrontar (más inundaciones, más lluvias, más tormentas, más huracanes, menos agua potable disponible...). Hay que tomar decisiones políticas al más alto nivel, pero no se están tomando: se habla, se habla y se habla mientras aumentan las emisiones y el calentamiento global.
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