Mucho Panathinaikos
El equipo griego corta la impresionante racha del Madrid
Vivía feliz el Madrid, de paliza en paliza, aquí y allá, contra equipos de menor o mayor enjundia -Barcelona incluido- acumulando victorias a todo trapo, hasta diez consecutivas, cuando por el Saporta se asomó el Panathinaikos. Y se acabó el jolgorio.
Y se acabó porque el Madrid tiró a la basura muchos, demasiados minutos. Un suicidio ante un equipo como el Panathinaikos. Lo que hizo el Madrid en el inicio del choque y tras el descanso fue un horror. Cierto que detener a Mulaomerovic no es asunto fácil, pero de ahí a dejarle encestar 13 puntos en 10 minutos hay una sensible diferencia. Ante semejante arrebato, lo mismo dio que Bodiroga se mantuviera en un segundo plano, que ya le llegaría su oportunidad.Herreros no acertó con el aro hasta su cuarto triple y al Madrid se le puso mal gesto.
REAL MADRID 70| PANATHINAIKOS 78
Real Madrid: Djordjevic (20), Herreros (13), Lucio Angulo (7), Struelens (3), Tabak (4); Vukcevic (7), Iturbe (4), Jaumin (5), Tarlac (4) y Alberto Angulo (3). Panathinaikos: Alvertis (5) Mulaomerovic (26), Bodiroga (27), Middleton (10), Albano (3); Santchez, Papadopoulos (2), Sioutis y Rogers (5). Árbitros: Stokes (Inglaterra), Fracchini (Italia) y Maestre (Francia). Unos 5.500 espectadores en el Raimundo Saporta.
Acumuló el Panathinaikos una sustancial ventaja en ese primer cuarto (13-22) y Scariolo optó por un golpe de efecto, cambiando una a uno a sus cinco titulares y dejando en pista algo así como el equipo B. Y ese equipo tuvo un rato inmenso, en el que redujo sustancialmente la desventaja. Volvió entonces a la pista Djordjevic y en 30 segundos la armó. Se internó en cuanto agarró el balon, encestó y se llevó una personal. Dentro mandó el tiro libre. Falló el Panathinaikos su ataque y la pelota volvió a Djordjevic, que se internó, encestó y dibujó la primera y única ventaja del Madrid (32-29).
Pero la superioridad madridista duró un suspiro. Porque el conjunto blanco, que había amenazado con algo grande, volvió a escena tan dormido como en el inicio. Y el rodillo griego se puso en marcha. Un parcial 0-11 dejó al Madrid temblando, a 16 puntos de distancia (42-58). Ya por entonces, Bodiroga ejercía de sí mismo. Parecía todo resuelto, cuando Iturbe le colocó un soberano tapón y, como si de una señal convenida se tratara, el Madrid se puso a soñar. Y creció y creció, reduciendo las ventajas, sintiéndose más equipazo que el equipazo que enfrente tenía. Llegó a empatar 68-68, pero hasta ahí llegó. Lucio Angulo falló lo que no falló Bodiroga y la fiesta llegó a su fin.
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