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Entrevista:Frank Tirro | MÚSICA

'Hacer historia del presente es casi imposible'

Aunque el jazz puede presumir de eruditos altamente especializados y de estudiosos generales, su bibliografía siempre agradece nuevas entradas, sobre todo si es tan rigurosa como la que propone Frank Tirro. Nacido en Omaha (Nebraska, 1935), Tirro es profesor de música y decano de la Universidad de Yale, donde imparte clases de historia, interpretación y dirección desde 1991 El tiempo libre que le deja la docencia lo reserva para tocar el clarinete con su propio grupo y para escribir. Fruto de esta última vocación son los dos volúmenes, editados por Ma Non Troppo, que ha dedicado a la historia del jazz: el primero a la era clásica y el segundo, recién publicado, a la moderna.

Tirro admite que le resultó igual de complicada la confección de ambos: 'Los dos fueron difíciles por distintas razones', afirma. 'El dedicado al clasicismo porque exigió un trabajo de investigación real, tanto en archivos, bibliotecas y hemerotecas como a través de entrevistas. El segundo fue fácil porque trata de la música que he escuchado toda mi vida, pero difícil también, porque hacer historia del presente resulta casi imposible. Nadie sabe qué músicos actuales serán considerados grandes dentro de 30 o 50 años'.

En la Historia del jazz clásico y moderno, Tirro prefiere mantener un tono informativo que elude dogmatismos y sólo expresa opiniones, siempre cautelosas, para completar perfiles artísticos de la manera más objetiva posible. A modo de complemento, incluye guías de audición, transcripciones de algunos solos famosos, un cuadro sinóptico, un glosario y una discografía básica. Esos detalles convierten su obra en una herramienta de consulta valiosa y puesta al día. Como en todos los tratados sobre jazz, hay omisiones y preferencias, pero el conjunto resulta altamente satisfactorio.

Resulta imposible cubrir tanto terreno si no se tienen gustos variados y un origen empapado de música. Tirro posee ambos. 'Mi padre era músico profesional en Sicilia y siguió tocando en Estados Unidos cuando emigró en 1910', recuerda. 'Mi madre era muy aficionada al canto y mi abuelo tocaba la flauta. Así que, obviamente, mi familia adoraba la música. Eso explica que yo empezase a tomar clases de violín a los cuatro años, piano a los siete y clarinete al cumplir los once. En cuanto a mis gustos, creo que son muy variados. Si me viera obligado a determinar un orden me quedaría en primer lugar con el bebop', dice, 'después con el swing y el cool, pero también me interesa mucho la música progresiva, el neoclasicismo y el jazz de Nueva Orleans y Chicago. Últimamente he escuchado algunos discos de jazz europeo muy interesantes, de Paolo Fresu, Gianluigi Trovesi y Enrico Rava. En realidad, si un músico improvisa con ideas y buen sonido, disfruto escuchándolo'. Buena prueba de que la variedad desprejuiciada es para Tirro el mejor aliado, son los músicos que cita entre sus favoritos actuales: 'Dave Douglas, Ray Anderson, Paquito D'Rivera, John Zorn y Wynton Marsalis'.

Para Tirro, todos ellos tienen las virtudes que hacen atractivo al jazz. 'Admiro la brillante inventiva del músico de jazz', dice. 'Las ideas y lo que puede hacer con ellas es lo que realmente cuenta. Después, me interesa la expresión personal y única de los grandes solistas. Es imposible confundir a Sonny Rollins con Coleman Hawkins o a Bud Powell con Bill Evans, aunque toquen el mismo instrumento en la misma pieza. Cada uno tiene un sonido y una historia que es exclusivamente suya. También me gusta la emoción del swing y la complejidad de las armonías, la pureza del timbre de músicos como Stan Getz, Paul Desmond o Miles Davis. Otra cosa que me gusta del jazz es que incluso instrumentistas no particularmente dotados, como yo mismo, pueden participar a su nivel'.

A pesar de su sólida formación académica, las recomendaciones que hace Tirro a los aprendices de jazz tienen muy en cuenta la experiencia cotidiana a pie de escenario: 'Lo primero que tiene que hacer un estudiante es dominar por completo su instrumento', asegura. 'Después, tocar con todos los músicos que le sea posible, aceptar sus consejos y analizar sus críticas'. Ése es el remedio que Tirro prescribe para proteger la personalidad de los aspirantes a jazzman: 'Los estudiantes de ahora tienen a su disposición miles de discos, vídeos y tratados', concluye. 'Pueden aprender en escuelas y universidades, lo que sin duda mejora mucho su virtuosismo instrumental, pero también estandariza su forma de tocar. Ése es el mayor peligro'.

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