El coraje y la prudencia hacen tablas

El Sevilla se ha acostumbrado a vivir de su electricidad, de su nervio. Una costumbre peligrosa que ante equipos serios, aguerridos, ordenados y con grandes individualidades, como el Valencia al que se enfrentó ayer, corre el riesgo de ser inservible.

Y eso que el equipo valenciano no hizo un gran partido en Sevilla. Acudió al estadio Sánchez Pizjuán reservón y comedido, con la solución puesta sólo en los pies de Aimar, Kily González y Rufete, como casi siempre. Una receta habitual que da resultados, que permite al grupo de Rafa Benítez firmar uno de sus mejores arranques en la Liga, pero que aburre.

La primera parte, regida por las herramientas del Valencia y por el despiste y los nervios de la defensa sevillista, podría haberles valido a los valencianistas por todo el partido. El encuentro, maniatado por la presión de ambos equipos en el centro del campo, sólo despuntó en dos fogonazos. En el minuto 20, Aimar sacó una falta y gracias, una vez más, a la colaboración de los defensas sevillistas, Njegus en esta ocasión, Albelda recibió solo en el área grande un balón que chutó hasta dos veces contra Notario. Tras la primera parada, el portero sevillista sólo pudo ver entrar la pelota en su portería en la segunda acometida.

Hasta el descanso el único sevillista empeñado en romper con el guión valenciano fue Fredi. Con el tiempo cumplido, un córner sacado por él llegó, con clamoroso fallo defensivo de por medio, a la cabeza del bajito Olivera. Con el balón a punto de traspasar la línea de gol, apareció la bota de Kily para despejar el peligro y defender un rato más el discurso de Benítez.

En el arranque del segundo tiempo, la defensa del Valencia se dejó llevar por el vendaval de garra y fútbol con el que al Sevilla le gusta enmendar los errores cometidos. A los 18 segundos, Moisés convirtió en gol un magnífico pase de Fredi desde la banda con un tremendo balonazo que a punto estuvo de llevarse por delante al propio Palop.

Mientras duró el empuje sevillista peligró el Valencia. El canto del cisne de los de Caparrós llegó en el minuto 21, cuando Moisés concluyó en un poste de Palop una gran jugada de David y Podestá. Luego, hasta el final del partido, ni los titulares de ambos equipos ni quienes los sustituyeron en busca de soluciones supieron concluir los contragolpes que Casquero y Albelda organizaban para sus equipos. Conclusión: el nervio del Sevilla y la prudencia del Valencia empataron a uno.