Un repartidor en moto muere degollado en Ceuta por un cable atravesado en una calle
La policía detiene a tres jóvenes, de entre 16 y 17 años, acusadas de homicidio
Un repartidor de comida rápida, Enrique R. A., de 26 años, falleció ayer por la mañana en la UCI del hospital civil de Ceuta, como consecuencia de los graves cortes que sufrió en el cuello al chocar contra un cable metálico que estaba atravesado y en tensión en una calle por la que regresaba con su moto la noche anterior tras entregar un pedido. La policía no tiene dudas de que esta acción no fue un accidente sino un homicidio y ya ha detenido a tres adolescentes, dos chicas de 16 años y otra más de 17, por su presunta participación en los hechos.
El trágico suceso ocurrió sobre las once de la noche del jueves, cuando Enrique R. A. regresaba al local de la hamburguesería Hermanos Dorado de Ceuta tras realizar un reparto en la barriada Juan Carlos I. Fue entonces cuando un cable, tensado entre dos puntos de la avenida Capitán Claudio Vázquez, le seccionó carótida, yugular, lengua y tráquea. El cable estaba colocado a una altura de un metro y medio del suelo, aproximadamente.
A pesar de la gravedad de las heridas, que le provocaron una gran pérdida de sangre, el joven llegó consciente al servicio de urgencias, donde fue derivado hacia el quirófano e intervenido durante cuatro horas por nueve médicos, que no pudieron hacer nada por salvarle la vida. A las nueve de la mañana se certificó su defunción.
Inicialmente, el hecho fue calificado de gamberrada, pero a las pocas horas de la muerte del joven motociclista agentes de la Udyco del Cuerpo Nacional de Policía efectuaban las primeras detenciones, tres adolescentes que ya han pasado a disposición judicial.
La Delegación del Gobierno en Ceuta aseguró por la tarde que varios testigos del accidente habían visto pocas horas antes a las tres adolescentes manipulando la cubierta protectora de plástico de un cable de ducha (cuyos bordes, una vez deshecha la espiral, son afilados), del mismo tipo que el que seccionó casi completamente el cuello del repartidor de bocadillos.
Repetidas agresiones
El sindicato UGT aseguró ayer que algunas empresas de comida de Ceuta han dejado de repartir en determinadas barriadas de la ciudad debido a las numerosas agresiones que sufren los repartidores, en la mayoría de los casos para robarles el dinero o la comida. En un comunicado, el sindicato expresó su 'enérgica condena' por la muerte del repartidor y afirmó que 'no es la primera ocasión en que los repartidores de comida sufren agresiones físicas'.
Por ello, el sindicato ha pedido más control policial, sobre todo en las barriadas periféricas y en horario nocturno, y ha convocado para hoy un paro de 15 minutos de los trabajadores del sector de reparto en solidaridad con el motorista fallecido. La UGT sigue sin entender cómo en una vía por la que transitan vehículos y personas se puede colocar un cable de una parte a otra de la calle 'sin que nadie apreciase la instalación'.
El Gobierno de la ciudad autónoma expresó públicamente su pesar por la 'triste muerte' del joven repartidor ceutí. El presidente accidental de la ciudad, Alfonso Conejo, del Partido Popular, se puso en contacto con la familia del fallecido, a la que ha ofrecido todos los resortes de su Ejecutivo para cubrir cualquier necesidad que pueda surgirles. El propio presidente ceutí, Juan Vivas (PP), quien ayer estaba fuera de la ciudad, expresó su 'profundo dolor' por el fallecimiento del joven y se ha interesado por la situación de la familia.
Tres casos anteriores
El 24 de febrero de 1994, Juan Delgado Lozano, camarero de 42 años, falleció cuando regresaba a su casa de Barcelona en su motocicleta tras concluir el trabajo. Una cinta de nailon tendida en plena calle, a un metro y medio del suelo, le segó fatalmente la tráquea, poco antes de las dos de la mañana. Días después, la Guardia Urbana retiró otro cable similar al anterior atravesado en otra céntrica calle de Barcelona. En septiembre de ese mismo año, David G. H., de 21 años, sufrió gravísimas heridas al chocar con un cable de acero que estaba atado a dos árboles de la calle del Pintor Rosales, en el distrito de Argüelles de Madrid.
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