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El último pulso entre Botín y Amusátegui

Los copresidentes del BSCH y sus consejeros tratan de alcanzar la solución a la crisis de la entidad

La tarde del pasado lunes, cuando Luis Abril estaba a punto de dejar el despacho, el teléfono móvil le sonó en el bolsillo. Ángel Corcóstegui, vicepresidente y consejero delegado del BSCH, le citaba a una reunión urgente en el aeropuerto de Torrejón de Ardoz, a donde llegaba en un vuelo privado desde Santander. Por el móvil le adelantó que el consejo de administración del banco le acababa de destituir como director general de Comunicación y del Servicios de Estudios. Corcóstegui le explicó que los intentos por frenar la decisión habían sido infructuosos. Ya en el viejo aeródromo militar, el director general acató la medida mientras Corcóstegui le explicaba los pormenores de una reunión llena de tensión. De regreso y cuando ya había trascendido la noticia en algunas redacciones, Abril la comunicaba a sus colaboradores más cercanos.

'Hay que evitar un consejo humillante para Amusátegui, pero está claro que la solución pasa por su salida'
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Para Corcóstegui la situación fue -lo sigue siendo- difícil de asumir. El consejo le había dejado sin uno de sus hombres de confianza, en el que depositaba todo el peso de la comunicación del banco y seguía todas sus indicaciones. El golpe que recibió Abril rebotó en Corcóstegui y supuso una quiebra en el entendimiento entre Emilio Botín, copresidente, y su consejero delegado, responsable de la gestión de la entidad. Las consecuencias finales de aquella decisión entraron en una vía llena de minas con un desenlace impredecible.

La historia comenzó la mañana del lunes en Santander. El BSCH convocó el consejo en su sede de la ciudad costera, lo que 'habitualmente supone reuniones más distendidas, ya que la comida previa es plácida y con un menú agradable', dicen fuentes del banco. Era, en teoría, la antesala a las vacaciones. El almuerzo transcurrió con la normalidad esperada. Pero pronto se nubló el ambiente. Tras los postres, se reunió el llamado G-4, formado por los copresidentes Emilio Botín y José María Amusátegui, Ángel Corcóstegui, vicepresidente primero y consejero delegado, y Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente tercero. En este encuentro ya se planteó abiertamente la destitución de Abril. Amusátegui y Corcóstegui sugirieron su aplazamiento, para buscar una salida negociada. Según fuentes del banco, Botín se opuso rotundamente y señaló que era 'innegociable su marcha'. 'Ha hecho un gran daño a la institución', enfatizó. 'Su labor en los últimos seis meses ha sido desastrosa'. Botín cree que Abril ha manejado los medios en su contra y que su continuidad impediría una sucesión tranquila en la junta de marzo, según fuentes próximas al banquero cántabro, cuyo primer trago amargo, a los dos meses de la fusión, fue la retirada de su hija Ana Patricia de las labores directivas.

La reunión no duró más de media hora. El ambiente se puso más tirante. A continuación, se reunió la comisión ejecutiva, previa a los consejos. Al G-4 se añaden Jaime Botín, vicepresidente segundo, Santiago Foncillas, vicepresidente cuarto, (nombrado por el BCH); Fernando Asúa (también del BCH); Ana Patricia Botín (Santander), Rodrigo Echenique (Santander) y Antonio Escámez (BCH).

Tras explicar los resultados de la entidad en los seis primeros meses del año, que registraron un alza del 33,6%, se entró en el despido de Abril. Alguno de los representantes del BCH incorporados volvió a incidir en suavizar la medida, con la misma respuesta de los hermanos Botín. Los representantes del BCH alegaron que no se había presentado con la suficiente antelación. Según fuentes consultadas, intervino entonces Emilio Botín, que pidió al secretario la lectura del acta de la anterior reunión de la Ejecutiva, celebrada el 16 de julio, donde ya se abordó esta cuestión, que había introducido Jaime Botín. La tensión alcanza cotas más altas y el enfrentamiento es palpable.

Al terminar esta reunión, Amusátegui intentó un cónclave con todos los consejeros procedentes del BCH. Su pretensión era preparar una posición uniforme ante la decisiva reunión del consejo. Pero fracasó. Se impuso un criterio objetivo: 'No ha lugar a reuniones de consejeros de un banco u otro porque aquí todos los vocales pertenecen al BSCH'. Hierve la sala.

En el consejo de administración se repite la historia. Antes, Jaime Botín, tercero en el escalafón presidencial, había adelantado a algunos de los representantes del BCH que su hermano iba a hacer una propuesta y que estaría muy agradecido de su apoyo. No dijo más. Se entró primero en el orden del día, con los resultados semestrales. Después, en el capítulo de ruegos y preguntas, la bomba. Emilio Botín pide que el consejo vote la destitución de Abril 'por el mal uso de sus atribuciones para los intereses del banco'. Echenique añade que la política de comunicación ha hecho un daño irreparable a la institución y que se ha soprepasado el límite 'por lo que hay que tomar una decisión ejemplarizante', aseguran ejecutivos consultados.

Un consejero del BCH insiste en el aplazamiento de la medida. Emilio Botín recuerda -pidiendo de nuevo al secretario del consejo que leyera el acta- que el asunto se había tratado en la comisión ejecutiva del 16 de julio. Otro consejero argumenta que es un asunto del consejero delegado y no del consejo. Y pide que se dé un tiempo para que Corcóstegui busque sustituto. 'En el consejo de junio se le nombró y en éste se le puede destituir, tiene que salir inmediatamente', afirma Botín, que ya contaba con el nombre de Juan Manuel Cendoya, procedente de Bankinter, banco controlado por los Botín.

A continuación Rodrigo Echenique manifiesta su voto favorable a la propuesta. Algún otro consejero del antiguo Santander muestra la misma posición. Entonces, según las fuentes consultadas, Amusátegui interviene con rapidez. Sostiene que si es una petición del presidente, 'el consejo debe dar un voto de confianza al presidente'. También alega que una votación dejaría patente 'el cisma que vive el consejo'. Tras su intervención, la propuesta queda aprobada por unanimidad, una gran victoria para Botín. El cisma, en cualquier caso, no tardará en saltar a la luz.

Esa misma noche, ya en Madrid, Amusátegui convocó en su domicilio a sus consejeros excepto Foncillas. Se plantea responder con armas y bagajes a Botín y recurrir a la intermediación del Banco de España, a cuyo gobernador, Jaime Caruana, llama desde allí. Algunas fuentes consultadas cercanas al Santander achacan que se hiciera más ruido en la calle que en la mesa del Consejo.

La crisis que aparentemente se había cerrado en junio con la integración de las marcas y el aumento de la comisión directiva de 15 a 17 miembros, volvía a bullir. Algunas de las fuentes inmersas en esta crisis se preguntan por qué Amusátegui rechazó la votación en el consejo. La versión más difundida por parte de ejecutivos del antiguo BCH es que estaba seguro de que perdía y no servía de nada. Otra atribuye su actitud a que temía encontrarse con que consejeros del BCH no secundaran su propuesta.

La cuestión es que desde ese momento, el ya escaso entendimiento entre los dos presidentes se desvaneció y dio paso a un estallido inmenso que desde el lunes ha enturbiado las relaciones internas y la propia gestión del banco.

La obsesión de Botín ahora es recuperar la normalidad del BSCH, una denominación comercial que no le gusta pero que hasta ahora ha tenido que aceptar. La entidad atraviesa desde hace meses una continua agitación, que se ha reflejado ampliamente en los medios. Y eso es algo que el veterano banquero no soporta. Botín quiere la paz, según fuentes del Santander; pero está convencido de que para encontrarla es necesario que Amusátegui adelante su abandono del banco previsto para marzo. Esta solución es admitida también por representantes de la familia del BCH, que inciden, no obstante, en que se debe pactar una salida negociada con Amusátegui y reforzar el papel ejecutivo del consejero delegado en la persona de Corcóstegui.

Algunos consejeros son partidarios de convocar un consejo extraordinario en el que se plantee crudamente la situación. 'Hay que sentarse a negociar y el que no lo haga pierde la batalla porque perderá la razón', dice un representante del antiguo BCH. 'De nada sirve derribar el edificio; eso es malo para el consejo, los accionistas, los empleados y para el país. Todos tienen que entrar en razón', sostiene.

Y es que, además de las peticiones de que se aplique el sentido común, sobre los dos presidentes ha caído la presión del Gobierno. Su mensaje ha sido claro. Rodrigo Rato, el vicepresidente segundo y ministro de Economía, exigió -más que pidió- que el consejo dirima las disparidades que existen en su seno. La misma recomendación les dio Jaime Caruana, con quien el martes se reunieron por separado.

Las fuentes consultadas están convencidas de que se impondrá este criterio y que la solución será inmediata. Para ello, este fin de semana se han intensificado los contactos. Una de esas fuentes afirmaba el viernes: 'Durante el fin de semana, la temperatura habrá bajado, las dos partes ya han enseñado sus bazas y ahora hay que negociar'.

En el fragor de la batalla las dos partes se han cruzado duras acusaciones, llegándose a insinuar incluso, por parte de fuentes cercanas a Amusátegui, que podrían emprender acciones legales contra Botín, atendiendo a que se han incumplido algunos pactos como quitar poder al consejero delegado. Este extremo es rechazado por el equipo más próximo a Botín. 'Aunque la gente amague con acciones legales, hay que buscar la solución. Cualquier tipo de denuncia supondría esperar dos o tres años y mientras tanto ¿qué pasa con el banco?', manifiesta una de las fuentes consultadas, que añade: 'Hay que evitar un consejo que pueda ser humillante para Amusátegui, pero está claro que la solución pasa por su salida'.

La solución de amenazar con un consejo en el que Amusátegui perdiera los apoyos -conocida como la solución Villalonga por aplicarse en el caso del ex presidente de Telefónica- ha sido contemplada por los cercanos a Botín. De hecho, en su entorno se asegura que cuenta con tres o cuatro consejeros nombrados por el BCH que podrían distanciarse de su antiguo presidente para buscar la 'neutralidad'. Estos consejeros podrían abstenerse en una hipotética votación que cuestionara la gestión de Amusátegui. Cualquier decisión que altere la copresidencia debe pasar por una junta general extraordinaria y tener el apoyo del 70%. Por otra parte, los consejeros del Commerzbank y del Société Générale, aliados del antiguo BCH, pueden jugar un papel muy importante a favor del consenso. Desde el BCH no se cuestiona la fidelidad de los consejeros procedentes de esta entidad.

Mientras tanto, Luis Alberto Salazar-Simpson, consejero independiente propuesto por el BCH y hombre cercano al Gobierno, ha aparecido como juez de paz, la persona indicada para mediar desde dentro. Las fuentes consultadas creen que, una vez superada la pelea inicial, Amusátegui aceptaría la dimisión 'por el bien del banco' evitando muchos trámites y trastornos. Para favorecer el acercamiento se han empezado a tender puentes hacia Corcóstegui. 'Porque se sigue pensando que es el consejero delegado adecuado para el banco', dicen esas fuentes, que agregan: 'Es indudable que quedarán cicatrices de las heridas, pero todavía es posible que Botín y Corcóstegui se entiendan'. De hecho, Botín ha alabado la gestión de su consejero delegado. Ahora el copresidente debería reafirmar el poder ejecutivo de éste, como recoge el acuerdo del consejo del 26 de junio. Aun así, Corcóstegui es consciente de que, a pesar del acuerdo, la comunicación no estará en manos de un hombre de su confianza.

Corcóstegui medita esa posibilidad, a pesar del deterioro de la confianza entre ambos. Botín quiere éxitos en la gestión del banco y, de paso, que tenga su reflejo en la Bolsa. No hay que olvidar que el valor actual de su inversión en la entidad es de 72.554 millones de pesetas al cierre del viernes. Por contra, el valor de las acciones de Amusátegui asciende a 432 millones, menos de los 652 que posee Corcóstegui, según datos de la CNMV. Precisamente, el consejero delegado afirmó el miércoles pasado ante los analistas que su misión era 'trabajar por los beneficios, por la rentabilidad del banco y no entrar en batallas políticas'.

Pero alcanzar el acuerdo no es tarea fácil, a juzgar por el enconamiento que alcanzó la crisis durante la semana. Amusátegui ha hecho una causa belli de la destitución de Abril, pero, según algunas fuentes, su intención es aprovechar el malestar provocado por la decisión de Botín en el seno del antiguo BCH para pedir que se prorrogue su mandato dos años más. Esta posibilidad, sin embargo, ha sido rechazada por el propio Amusátegui reiteradamente.

El protocolo de fusión establece que Amusátegui 'de acuerdo con su decisión irrevocable expresada de forma voluntaria, se jubilará en la junta general de accionistas de 2002 en que cumple 70 años, cesando en todos sus cargos'. Sin embargo, este protocolo establece que Botín seguirá como presidente hasta los 72 años de edad, es decir, hasta 2006. Amusátegui quiere renegociar esta cláusula que considera injusta, algo a lo que no está dispuesto Botín.

<i>Foto de familia</i> del primer Consejo de Administración del BSCH. Sentados, de izquierda a derecha: Matías Rodríguez Inciarte, José María Amusátegui, Emilio Botín y Ángel Corcóstegui.
Foto de familia del primer Consejo de Administración del BSCH. Sentados, de izquierda a derecha: Matías Rodríguez Inciarte, José María Amusátegui, Emilio Botín y Ángel Corcóstegui.

Los protagonistas

Emilio Botín: Tradición banquera

Emilio Botín cree que es imposible cerrar la crisis sin la salida de Amusátegui. Trabaja en un acuerdo amistoso rápido o en la preparación de un consejo en el que el copresidente no disponga de los apoyos de los consejeros del BCH.

José María Amusátegui: Presidente en la recta final

José María Amusátegui cree que Botín ha incumplido los acuerdos de fusión. Consejeros del BCH y Santander le intentan convencer de que acepte salir tras una negociación amistosa antes de la fecha prevista en marzo próximo.

Ángel Coscóstegui: Un futuro incierto

La confianza entre Ángel Corcóstegui y Emilio Botín se ha dañado con la crisis, pero tanto en el Santander como en el BCH se cree que es el único candidato para este puesto y se le están tendiendo puentes para que siga en su puesto.

Jaime Botín: Clave en la crisis

Jaime Botín ha ayudado a su hermano en el diseño de la estrategia del Santander. Ha tenido un papel protagonista en la escenificación de la crisis, ya que ha sido decisivo en la destitución de Abril y muy crítico con Amusátegui.

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