Paradoja
Estudio de L. Kubbel. British Chess Magazine, 1917.
Que la paradoja encierra belleza ya lo sabía Diógenes el Cínico, y en tiempos más modernos los explicitó incomparablemente Oscar Wilde. También en ajedrez hay paradojas, cómo no, y pueden ser muy bellas. La más transitada -y probablemente la más hermosa- sale de la derrota por obligación de jugar, o zug-zwang. La paradoja es evidente; efectuar su movimiento es un derecho del ajedrecista, pero también una obligación que a veces puede ser muy onerosa. El estudio que vemos hoy, obra del gran Kubbel, explota dicho tema -el zug-zwang- con refinamiento de sibarita. El primer movimiento es 1 Ce5 j. y ya comienzan a vislumbrarse las dificultades de la defensa; el rey no puede retirarse a e7 o d8, pero tampoco puede ir a e8 (1... Re8 / 2 Ah5 j. y se gana la dama) ni a e6 (1... Re6 / 2 Ag4 j. con el mismo resultado); de modo que hay una que jugar 1... Rc8. Sigue entonces 2 Cc6!; si 2... Db5 / 3 Ca7 j. y si 2... Db7 / 3 Ag4 mate, de manera que 2... Da8 vuelve a ser forzada / 3 Re3! amenaza 4 Ce7 j., y a 3... Da6 (una vez más, forzada) sigue 4 Ag2! y la defensa comienza a preguntarse qué va a jugar. Si 4... Rd7 / 5 Cb8 j.; si 4... Rb7 / 5 Cb4 j.; si 4... Db5 / 5 Ca7 j., y ya sabemos que si 4... Db7 / 5 Ah3 mate. Hay que apelar a 4... a4, a lo que sigue 5 Rd2!, que deja a las negras en situación de zug-zwang. Se produce la gran paradoja; se pierde por tener que jugar. 5... Dc4 / 6 Ah3 j., Rb7 / 7 Ca5 j. gana la dama y la partida.
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