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Reportaje:RUGBY

Las reinas de la 'mêlée'

La selección femenina, subcampeona de Europa, exige atención

Cuando decidió cambiar el baloncesto por el rugby, Elena Díez de Lastra se sentía 'un poco extraña'. Tenía 19 años y experimentó una fuerte atracción por este deporte, del que no sabía nada, pero que parecía 'enganchar' a cualquiera que se acercaba a las instalaciones deportivas de la facultad de Medicina. Su decisión le cambió la vida. Diez años más tarde exhibe su habilidad en el ensayo y el placaje por los campos de España, con el Liceo Francés, y los de Europa, con la selección española. En su club comparte esta experiencia con Isabel Pérez, Cristina López y Olga García. Cuatro aventureras que abanderan una espléndida generación de jugadoras españolas. Son las reinas de la melée.

'Nosotras competimos a un nivel superior, pero los chicos se llevan las mejores dietas y becas'

Hace unas semanas, estas mujeres llegaron por tercera vez consecutiva a la final del Campeonato de Europa. Y, aunque cayeron ante Escocia, confirmaron que son una de las selecciones más potentes: en los seis años que se ha celebrado el torneo, España ha sido finalista en cinco ocasiones y ha ganado una, en 1995.

'Cuando cuentas que juegas al rugby, siempre oyes el mismo comentario: 'Ten cuidado, que es un deporte muy bruto y te puedes lastimar', dice Olga. Isabel asiente: 'Incluso presuponen que, fuera del campo, eres violenta y poco femenina. La gente cree que el rugby es sólo agresividad. Pero en el juego hay un componente cognitivo fundamental. Hay que pensar en cada momento y solucionar problemas en milésimas de segundo. El rugby es una combinación mucho más complicada de lo que pueda parecer'. 'Pero sí que es verdad que, al principio, a las personas de tu entorno no les gusta que practiques un deporte de hombres y donde sólo ven golpes', reconoce Cristina.

Pero los verdaderos problemas de estas jugadoras tienen poco que ver con el sexismo. La falta de ayudas económicas es el más grave. 'A diferencia de Inglaterra o Francia, donde hay una mayor tradición, en España es imposible vivir del rugby femenino. Nosotras tenemos que compatibilizar los entrenamientos y los partidos del club y de la selección con nuestra profesión, en mi caso profesora de educación física. A veces es una locura', se lamenta Isabel. 'Es una lástima. A veces podrías dar más de ti misma, pero llegas tan cansada que es imposible rendir al 100%', afirma Olga, empresaria. De la misma opinión es la médica, Elena, que desearía tener tiempo para ir al gimnasio y prepararse con mayor intensidad: 'Al final, te lo tomas como un hobby'. Cristina, que sigue estudiando, puntualiza: 'Sí, pero un hobby que te quita vacaciones, te compromete y te exige muchas responsabilidades'.

Todas advierten de que, a pesar de haber alcanzado un nivel muy superior al del equipo masculino, los chicos se llevan la mayor parte del dinero destinado a este deporte. 'El Seis Naciones es un ejemplo. Nosotras estamos compitiendo al máximo nivel: con Inglaterra, Francia, Escocia, Irlanda y Gales [España ha quedado segunda este año]. Ellos están en el segundo nivel del torneo. Sin embargo, podemos obtener la misma prima como subcampeonas que ellos sin llegar al podio. Normalmente, se quedan con las mejores dietas y becas', se queja Isabel. 'La única manera de asegurarse cierto peso es alcanzar éxitos internacionales, ganar títulos. Sólo entonces se consigue cierta publicidad. Pero los equipos femeninos tienen que ganar muchos más para que les den la misma cancha que a los chicos. Nadie sabe que hemos jugado un Europeo en Almería en 2000 y quedado subcampeonas. Había más extranjeros que españoles en los partidos', cuenta Olga.

Elena corrobora: 'A mí me da pena que el rugby femenino no pueda avanzar en España por el hecho de que nadie se preocupe de poner en marcha nuevas iniciativas o de invertir más'. Asegura que la mayoría de las chicas que se retiran lo hacen por problemas de trabajo e incompatibilidades, no porque se les haya acabado la vida deportiva. 'Además', matiza Cristina, 'abandonan cuando más saben, en su mejor momento'.

Pero el anecdotario de estas deportistas apenas retiene la parte negativa de sus experiencias. Han aceptado el sacrificio que supone elegir un deporte diferente. 'Yo no lo cambiaría por nada. He practicado otros, pero éste es el que más me divierte', dice Olga, que saca a relucir los buenos momentos: '¿Os acordáis del día en que jugamos en Dax? Parecíamos futbolistas famosos. Miles de personas nos aclamaban y aplaudían'.

Casi por definición, el rugby lleva consigo una manera de ser más allá del terreno de juego. 'Es una filosofía de vida', destaca Isabel. Y Olga añade: 'Lo mejor de este deporte es la gente que lo comparte contigo. Te das cuenta de que tienes verdaderos amigos y que, igual que se dejan la piel dentro del campo, fuera te ayudan en cuanto lo necesitas. Con ellos se te olvidan los malos momentos'.

¿Nuevos retos? 'El Mundial', responde con determinación Isabel. Y es que todas esperan con gran ilusión este acontecimiento, en Barcelona, en 2002. 'Lo tendremos difícil, pero intentaremos hacer un buen papel', anuncia Elena.

Olga García, Elena Díez de Lastra, Cristina López e Isabel Pérez (de izquierda a derecha).
Olga García, Elena Díez de Lastra, Cristina López e Isabel Pérez (de izquierda a derecha).CLAUDIO ÁLVAREZ

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