Pena de liberalismo

Pena de muerte

Vocifera la gran derecha liberal en la radio de los obispos que detrás de las protestas contra la pena de muerte se encuentra el viejo reflejo antinorteamericano de un país acomplejado, ya que esas protestas no se extienden a lugares como China, Cuba o Corea del Norte. Hay que decir que los protestones lo hacen contra la pena de muerte, no sólo contra su aplicación en Estados Unidos, y que los otros países que se mencionan no alardean en los foros internacionales de ser campeones del mundo en lo que toca a los derechos humanos. A uno puede caerle tan simpático como George Bush (es decir, nada en absoluto) ese hispano que se ha salvado de la muerte en Miami, pero no puede dejar de estar de acuerdo con la revisión de un proceso judicial repleto de irregularidades graves. Ni siquiera los que sospechan que Jiménez Losantos es en sí mismo una grave irregularidad estarían dispuestos a procesarle sólo por eso.

Pena de deporte

A nadie se le puede exigir que corra una vuelta ciclista de tres semanas trufada de puertos en los que en cosa de pocas horas se pasa del nivel del mar a los dos mil metros de altura sin llevar en la tripa nada más que un curasán mojado en café con leche. Sobre todo cuando hasta el más torpe de los ejecutivos necesita de un par de whiskis y algo de más estímulo para soportar el tirón de media tarde. El remedio no es tanto el asalto policial por sorpresa en medio de la carrera como la libre disposición por los ciclistas de las sustancias que consideren oportunas para escalar su Everest particular, estableciendo así una cierta igualdad de oportunidades que ahora sólo disfrutan los más poderosos o los mejor aconsejados, lo que viene a ser lo mismo.

Pena de teatros

Una vez más, Teatres de la Generalitat da por finalizada su temporada en mayo para no reanudarla hasta mediados de octubre En pocas faenas se da un periodo vacacional tan prolongado, de manera que los teatros públicos están abiertos más o menos una media de 120 días al año. Como es natural, el negocio es ruinoso, ya que no hay noticia de que las salas de cine o los restaurantes o los museos protagonicen un descanso anual de tanto descanso. La circunstancia es grave porque reafirma la infrautilización de espacios como el teatro romano de Sagunto. Si se cree que la Bienal de Valencia acogerá en fechas veraniegas a no menos de 200.000 ilusionados espectadores apasionados, ¿por qué no se creyó que al menos una cuarta parte de ellos podía haber ido a parar a nuestras salas públicas, tan necesitadas de un reto tan estimulante?

Pena de Cine

Parece que en Málaga también proyectan una gran Ciudad del Cine. Pero como no se limitan a mentar a Berlanga en vano, hacen las cosas más en serio. Para empezar, han conectado con el Festival Sundance que financia Robert Redford a fin de impartir un curso de guión cinematográfico como el cine manda, en el que han intervenido especialistas formados por el maestro Frank Daniel. Los asistentes cuentan y no acaban acerca del rigor del curso, de la enjundia de sus enseñanzas, de lo mucho que se aprende con los que se saben de la cosa cuando el asunto no se limita a recibir al huésped que llega de visita para tapear pescaítos y dictar una conferencia de manual mil veces escuchada. Algunos, los más inquietos, hasta se preguntan por qué, estando Valencia más cerca de Málaga que del sur de California, esos grandes especialistas no se han desplazado hasta nuestra comunidad. Será que detestan la paella colombiana.

Pena de Fura

Los animosos muchachos de La Fura dels Baus empezaron destrozando coches a mazazos en espacios no convencionales, y hay que decir que lo hacían bastante bien, siempre que se añada que para semejantes ejecuciones no se requiere de mucha riqueza conceptual. Obtuvieron su éxito, y aprendieron a incluir en sus provocaciones una más elaborada potencia visual, pero flaquearon al decidir que también estaban dispuestos a pensar, atreviéndose con un Fausto informatizado y con algunas alegrías operísticas de mucha tradición artística, y ahí se vio que la claridad del concepto no se improvisa ni siempre puede ser sustituido por una espectacularidad propia de Disneyworld. A nadie sorprendió que abrieran una estruendosa Bienal con un desfile aéreo de modelos. Ni tampoco que la demostración resultara algo empalagosa.