'Ya sé que la literatura no cambia el mundo, pero pone el dedo en la llaga'
Por el cielo y más allá (Alfaguara), la última novela de Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948) plantea el atractivo de la huida,que para la escritora, Premio Nacional de Narrativa en 1995, está asociada al color azul del cielo. El mismo por el que finalmente parece fugarse la protagonista tras salvarse de una vida marcada por el azar y la tragedia. Riera sitúa la acción en La Habana española del siglo XIX y utiliza la técnica del folletín para atrapar al lector.
Pregunta. Con la novela quiere pagar una doble deuda: con su abuela, que le contaba historias de Cuba, y con este país, que acogió a numerosos mallorquines emigrantes hasta el siglo XX.
Respuesta. Soy novelista gracias a mi abuela, y lo que he querido siempre es continuar las historias que me contaba cuando yo era pequeña y volvía del colegio. Muchas de esas historias tenían que ver con Cuba. Mallorca fue una tierra pobre y, por lo tanto, de emigración. Curiosamente, las gentes que se marchaban lo hacían porque alguien les había dicho que había un lugar lejano en el que se vivía mejor, y eso empezó en el siglo XVIII.
P. El azar parece fundamental en la novela. Los personajes rompen su destino y viven historias totalmente imprevistas.
R. El azar es importantísimo. ¿Puede nuestra voluntad sobre el azar? Lo imprevisible juega un papel fundamental en la vida cotidiana. El azar siempre juega con nosotros.
P. La novela comienza con dos hermanos que se juegan a las cartas quién será el que se case y de paso liberará al otro.
R. Eso es auténtico. Hubo unos cubanos ricos que jugaron al azar, por las mismas razones que yo cuento, quién se casaría. Eso está documentado.
P. Llama mucho la atención no sólo lo documentada que está históricamente Por el cielo y más allá, sino detalles como los escenarios, muebles, y hasta los adornos de las mujeres.
R. He viajado mucho a Cuba, pero cuando llegué, ya lo sabía todo. No hubo nada que me sorprendiera porque había trabajado con planos que había en mi casa de Mallorca. Luego, por los referentes de mi abuela y porque comprobé todo. Me pasé muchas horas en bibliotecas.
P. Aborda conflictos actuales como la emigración o el nacionalismo.
R. No me interesa el pasado, sino el presente y, precisamente por eso, escribo novelas sobre el pasado. Me permite tomar distancia y observar mejor. Quizá porque soy una reciclada de mayo del 68 me preocupan la justicia, la marginación, las mujeres y las desigualdades sociales. Me afectan mucho. Cuando leo el horror de las pateras, me siento incluso sucia porque pienso que debería hacer algo para que no ocurriera. Lo mismo en el caso de las mujeres afganas, algo terrorífico. Desde el punto de vista de la literatura, me siento en la obligación de tratar esos temas, aunque ya sé que la literatura no cambia el mundo, pero, por lo menos, pone el dedo en la llaga. Si a otra persona le puede interesar, me parece útil. Las pateras de ahora son los bergantines en los que trajinaban la carga, que echaban al agua cuando veían que iban a ser apresados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.