El futuro, en sesenta minutos de baile
Un centenar de jóvenes batalló ayer en Villaviciosa de Odón por danzar en la compañía de Antonio Márquez
Una hora puede bastar para dar un vuelco a la biografía de alguien. Sesenta minutos de baile clásico, castañuelas y taconeo, por ejemplo. El reputado bailarín Antonio Márquez brindó ayer a un centenar de jóvenes la oportunidad de participar en su próximo montaje e incluso ingresar, como titulares, en su compañía de danza.
Los aspirantes se arracimaron a las puertas del auditorio Teresa Berganza de Villaviciosa de Odón. Unos aprovechaban la barandilla de las escaleras para hacer los penúltimos estiramientos. Otros hacían sonar los palillos mientras enfilaban el pasillo del servicio. Y los más sosegados o los que estaban allí 'sólo para probar' apuraban los minutos (una hora por tanda) fumando cigarrillos y compartiendo experiencias con otros candidatos.
'Lo que busco hoy es el sentimiento, y eso sólo podrá verse más adelante', explicó el maestro
Pedro Carrasco, de 16 años, probó ayer el veneno de la competitividad brutal de la profesión. Nadie le dijo en Sevilla, su ciudad de residencia, que Antonio Márquez buscaba bailarines. Un rumor le metió el lunes por la noche la incertidumbre en el cuerpo: el maestro quería seis mujeres y seis varones para el espectáculo que llevará al Teatro Real y a Montecarlo. 'Sin comprobar si era cierto, cogí un autobús de madrugada y he llegado a las siete de esta mañana a Madrid ', comentaba Pedro, sereno, arqueando sus cejas recias. La mayor impresión se la llevó, entonces, no por las dimensiones del Coliseo o la presencia de Márquez, sino al comprobar que varios de sus 'compañeros' del Conservatorio también habían viajado hasta Madrid, sin avisarle. 'Ya he visto que en este mundillo todos se callan las buenas noticias', remachó el sevillano.
Otro andaluz, Daniel Pardo, de 21 años y vecino de Linares, supo de la selección de bailarines por un amigo que colabora con Antonio Márquez. 'Cogí el tren y estoy aquí sin dormir, sin comer y casi sin beber; será cosa de la adrenalina', decía ayer, mientras daba pequeños brincos. Daniel exhibía la tranquilidad del que se cree descartado. 'Me he escondido y he comprobado que el nivel es medio; yo soy más bien bailaor de flamenco, un bailaor que cumple, pero entiendo que en esto influye el físico, yo tengo la estatura de una mujer y dicen que Márquez quiere hombres altos', lamentó el de Linares.
El aludido no lo tenía tan claro, sin embargo. 'Sobre esto abundan las leyendas. Unos dicen que prefiero la expresión, otros, que la estatura, y otros, que la técnica. Pero, en realidad, lo que busco hoy es el sentimiento y eso sólo podrá verse más adelante', explicó el maestro, afincado profesionalmente en Villaviciosa de Odón.
Márquez pretendía a gente 'joven y dúctil', lista para asimilar con rapidez el estilo y el ritmo de trabajo del seleccionador. 'La número tres [una chica alta, castaña y de complexión fuerte] podría valer, pero ya veremos cómo se maneja con los pies en la prueba del taconeo', susurraba Márquez a su ayudante -y esposa-, Ana, que apuntaba el dorsal minúsculo de la aspirante. 'La número ocho [musculosa, rubia y guapa], por ejemplo, se ve que ya ha trabajado antes, está vendiendo bien el baile, pero va a ser muy difícil que cambie su estilo', continuaba el maestro.
Con esta prueba, Márquez se atiene al convenio que firmó en octubre pasado con el Ayuntamiento de Madrid para dar opción a jóvenes bailarines con poca experiencia. El Consistorio de la capital aporta al artista 23,5 millones de pesetas anuales a condición de que Márquez luzca el escudo de Madrid en todas las representaciones de su compañía e intervenga en cursillos, conferencias, labores docentes y asesoramiento en materia dancística.
La ocasión de ayer tenía un brillo añadido para los trémulos artistas: los mejores de entre los elegidos se integrarán, a la larga, en la compañía de Márquez como titulares. 'Primero tienen que demostrar el sentimiento que busco; después, aprender el estilo, y, por último, han de soportar las ocho horas diarias de estudio y entrenamiento a mi ritmo. Lo difícil es que se monten en el carro y puedan seguirme'.
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