_
_
_
_
CRÍTICA | DANZA

Retórica de la pregunta

Credo

Thomas Noon Dance. Intérpretes, Philip Connaughton, Nuria Martinez, Thomas Noone, Susana Vilella. Músicas de Britten, Ravel y Pappalardo. Vestuario, Mercedes Miranda, Sonia González. Escenografía, Pilar Ferrer Illa. Iluminación y coreografía, Thomas Noone. Danza València. Teatro Rialto. Valencia.

Bailarín de la compañía Gelabert-Azzopardi, Thomas Noone obtuvo con un fragmento de esta coreografía el premio en el Certamen Coreográfico de Madrid del año pasado. Es una creación un tanto rara, no sólo porque hay cinco bailarines en escena cuando en los títulos figuran solamente cuatro, sino sobre todo por su curiosa mezcla de clasicismo y contemporaneidad. Otras veces, en este mismo festival, se ha visto el intento de bailar alguna que otra Suite de J. S. Bach, sin que la danza alcanzase a penetrar en sus misterios, y algo parecido ocurre ahora con el empeño de esta compañía de danzar -a dos, tres, cuatro o cinco ejecutantes- a los compases sombríos de la Suite para violonchello número 1 de Benjamín Britten. Que todo es susceptible de ser bailado, bien lo mostró Vicente Sáez atreviéndose con la Araceli del Misteri ilicitano, pero aquí se impone tal vez una cuestión de pertinencia de género.

Por lo mismo que cuesta imaginarse a Bach o a Britten, tanto da, interrumpiendo la partitura de una de sus severas composiciones para preguntarse si hay alguien a la escucha, o si ese repertorio de emociones no podría transmitirse de una manera simplemente distinta, por lo mismo cuesta aceptar que aquí los ejecutantes interrumpan su movimiento para parlotear acerca de la pertinencia de lo que hacen, porque entonces o bien no están muy seguros de ellos mismos, o bien echan de menos otra forma de comunicación, o bien tratan de esa manera algo rústica de ampliar el campo de una transmisión de saberes que, con todo, se ampara en el severo discurso de la danza. El resumen es: si sabes bailar, hazlo y sedúcenos. Y si no, mejor dedicarse a locutar informativos. La única información que interesa de la danza es el baile mismo, y ahí -puede decirse- sobran las preguntas retóricas y las incertidumbres de camerino.

Por la noche, en el Talía, se estrenó Mira'm (se dicen tantas cosas), una creación de la compañía barcelonesa Marta Carrasco, dirigida por la propia Marta y Pep Bou, donde la danza y el teatro tratan de fusionar sus lenguajes en un trabajo colectivo en el que tres actores y dos bailarines reflejan un recorrido entre la memoria y la imaginación, ofreciendo el espejo que nos enfrentaría con el absurdo de los actos humanos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_