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Entrevista:FRANCESCA LLOPIS | AMIGOS Y VECINOS

'Me meto en las cosas sin pensarlo mucho'

Pregunta. ¿Qué haces trabajando en un formato tan pequeño? Lo tuyo siempre ha sido el lienzo de tres por tres.

Respuesta. Sí, es un mundo completamente nuevo para mí: estos cuadritos tamaño compact disc... Una idea de Manel Valls...

P. ¡Mi viejo amigo Manel Valls! Artista, galerista, empresario lúdico, productor cinematográfico y de nuevo galerista. Algo me había contado al respecto.

R. Manel sostiene que cuesta mucho vender cuadros y que hay que dar facilidades a los compradores con obras de pequeño formato. Tuvo la idea del tamaño compact disc y la está poniendo en práctica. Cada cuadrito en su cajita de plástico. Habrá una exposición colectiva para noveles y una serie de exhibiciones individuales para los que llevamos más tiempo. Creo que ha conseguido convencer incluso a Tàpies para que le haga un cuadrito.

La pintora divide actualmente su tiempo entre los cuadros de pequeño formato y una videoinstalación que mezcla el mundo interior con el exterior

P. Si alguien puede convencer a Tàpies, y a quien sea, de lo que haga falta, ése es nuestro amigo Manel... Y la verdad es que no se te ve nada incómoda con el encargo.

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R. Estoy acostumbrada a meterme en las cosas sin pensarlas mucho. Creo que es la mejor manera de ponerse a trabajar, de aprender algo nuevo... Así fue cómo entré en Eina hace un montón de años. Hasta el último momento estuve dudando entre el arte y la cirugía, que en mi mente confusa tenían puntos en común: el bisturí se me antojaba algo muy parecido al pincel. Como mi padre fabricaba hornos de pan, pensé que tal vez lo mío fuera la ingeniería industrial. Fíjate si andaba despistada que creía que la ingeniería industrial consistía en diseñar puentes, y eso fue lo que les conté a los de Eina. Y a pesar de mi despiste me dejaron entrar.

P. Y yo que pensaba que siempre habías querido ser pintora.

R. Eso lo descubrí con el tiempo y gracias a algunos profesores. Gracias, especialmente, a Ràfols Casamada, que fue la primera persona que vio talento en mí y que me animó a tirar hacia la pintura. Pero al principio, en Eina, lo que primaba era la diversión. Encontrarte haciendo body art el segundo día de clase cuando has pasado un montón de años en un colegio del Opus es un choque fascinante.

P. ¿Tu familia era de la obra?

R. No, pero les iba la marcha. Lo de mi familia es muy curioso. Mi abuelo fue un maestro republicano represaliado y mi padre debió de tener una infancia terrible que le condujo a ser muy de orden, franquista, clerical... como si tuviera miedo a algo, a que se repitieran las desgracias que había sufrido su progenitor. Lo de enviarme a un colegio del Opus rozaba la sobreactuación. Y era un sitio espantoso, con tutores de esos que hacen ver que son tus amigos. En fin, las sectas, ya se sabe... Yo me fui de casa a raíz del caso Boadella, cuando lo de La torna y la famosa fuga. Un día, a la hora de la comida, mi padre dijo que ese Boadella era un hijo de puta. Yo dije que estaba a favor de él, hubo una bronca y me acabé largando de casa.

P. ¡Viva la libertad!

R. Algo así. Me fui a vivir a un piso de la calle de la Princesa y proseguí mi educación en dos frentes. De día, Eina. De noche, el bar de la Lola y Zeleste. Recuerdo con mucho cariño esa época. Y la pude revivir hace poco, cuando le diseñé el escenario a Sisa para unos conciertos que dio en el Cercle Maldá. Había unos cuantos supervivientes de la era Zeleste, como Jaume Josa...

P. ¡El Josa! Mi científico favorito. Aún no me he recuperado del día en que me lo crucé vestido de monje con el Sisa... Supongo que tu familia ha vuelto a dirigirte la palabra desde que eres una persona respetable: tienes un marido, una niña de cinco años, te ganas bien la vida... Por cierto, ¿cómo?

R. Lo que vendo. Y las becas. Tengo la impresión de llevar toda la vida pidiendo becas. Y gracias a ellas he podido visitar varias ciudades: París, Milán, Varsovia... Ahí me cogió el golpe de Estado de Jaruzelski. No viví el nuestro, pero ése fue impresionante: tanques en la calle, soldados pidiéndote la documentación, todo cerrado, la gente con miedo...

P. ¿A Nueva York también fuiste con beca?

R. No exactamente. O, en todo caso, con una beca muy especial. Un tipo con mucho dinero que tenía un espléndido apartamento en el Village me encargó que le pintara un fresco en una cúpula. Me dejó una habitación en su mansión y estuve seis meses pintándole la famosa cúpula. Un chollo. La vida de artista en su máxima expresión. Pero se acabó, claro. Consideré la posibilidad de quedarme en Nueva York, pero la perspectiva de tener que trabajar de camarera me arredró y volví a Barcelona.

P. Ahora eres tú la que cede habitaciones. Previo pago de su importe, claro.

R. Mis dos habitaciones con vistas, cierto. Sí, tengo una casa grande junto al Arco del Triunfo y alquilo un par de habitaciones decoradas con mis propios cuadros. Vienen amigos de otros países. Y amigos de amigos. Y personas a las que no conozco de nada pero que conocen a alguien que conoce a alguien y... Es una fuente de ingresos con una derivación artística.

P. ¿A qué te refieres?

R. A que les grabo. Les entrevisto o les filmo haciendo algo. Voy fabricando con ellos unas cápsulas que, poco a poco, han ido derivando hacia un proyecto emparentable con el videoarte. Ahora estoy en la inevitable fase de solicitud de una beca para llevarlo a cabo. Se llamará, evidentemente, Dos habitaciones con vistas y le estoy dando vueltas en estos momentos. Quiero jugar con la dualidad de lo que se produce dentro y fuera de la casa. Sin cinismo, pero es que es fuerte. Dentro del piso, gente culta y educada, generalmente dedicada a una actividad artística. En la calle, dos mundo paralelos. De día, los homeless. De noche, las mujeres que se ganan la vida con la prostitución. Las dos caras habituales del mismo mundo: una, la segura y protegida; otra, la peligrosa y descarnada.

P. Muy conceptual.

R. ¿Tú crees? Me temo que sólo es otra de mis alegres inmersiones en otro de esos soportes que voy conociendo y disfrutando a medida que me interno en ellos.

Francesca Llopis.
Francesca Llopis.SUSANNA SÁEZ

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