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Reportaje:

Noé y los tigres dientes de sable

El Museo de Zoología de Barcelona acoge una exposición sobre grandes mamíferos extinguidos

Noé no les dejó sitio en el arca, y hay para congratularse de que les cerraran la puerta en las narices. Imagínense un tigre muy muy grande, multiplíquenlo por dos o por tres y añádanle los más acongojantes, largos y afilados colmillos: tendrán una idea bastante aproximada de un tigre dientes de sable, la familia de grandes gatos extinguidos que depredaron el mundo durante millones de años y que llegaron incluso a cazar a nuestros pobres antepasados. Si quieren ver algunos de esos bichos musculosos de desmesurada dentadura e intenciones perversas ahora disponen de una oportunidad excepcional: el Museo de Zoología de Barcelona exhibe varios restos fósiles, dibujos e incluso una primorosa, imaginativa y sorprendente reconstrucción a escala natural, con pelo y todo, de un espécimen de hace 10 millones de años. Como está levantado sobre las patas traseras, inmovilizado en el salto, y con la boca abierta, uno puede situarse delante y hacerse a la idea de lo que debía sentir un hominoideo pequeñín, un monito, cuando una bestia de ese estilo se le venía encima. ¡Jesús, qué duro el mioceno!

Los tigres dientes de sable son sólo una parte, la más espectacular, de la exposición Oblidats per Noè, que está dedicada a mostrar y documentar algunos de los grandes mamíferos fósiles que poblaron la Península Ibérica durante un largo lapso que va desde hace 25 millones de años hasta hace 1,5 millones.

Entre esos animales extinguidos de los que da testimonio la exhibición figuran raros rinocerontes sin cuernos, elefantes con cuatro defensas, cérvidos de extrañas cornamentas, caballos primitivos y hasta una especie de lobo oso que trepaba a los árboles y cuya reconstrucción, mostrada también en la exposición, sugiere un experimento especialmente complejo del doctor Moreau.

Producida por el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y adaptada y enriquecida por el Museo de Zoología barcelonés con la colaboración del Instituto Paleontológico Miquel Crusafont de Sabadell, la exposición Oblidadts per Noè (hasta el 14 de octubre) informa sobre los numerosos yacimientos de mamíferos fósiles en España, sobre los procesos de excavación y, sobre todo, acerca de la fisonomía de los animales extinguidos, comparándola -y esto resulta muy interesante- con la de mamíferos actuales parecidos.

Así, se presentan juntos espectaculares cráneos y reconstrucciones de elefante africano actual y Gomphoterium -primitivo mastodonte-, o de rinoceronte negro de hoy mismo y Aceratherium, raro rinoceronte del mioceno sin cuernos y con largos incisivos que utilizaba para arrancar plantas acuáticas en las lagunas en que medraba.

La referencia del título de la exposición a Noé y al Diluvio no es sólo un guiño simpático: durante mucho tiempo se pensó que los gigantescos huesos que se desenterraban por todo el mundo -de dinosaurios y grandes mamíferos desaparecidos- eran testimonio de la devastación acuática narrada en la Biblia. Cuando, por ejemplo, en 1706 se halló en una turbera en Albany (EE UU) un colmillo de mastodonte, el célebre predicador Cottton Mather no dudó en asegurar que había pertenecido a un hombre que había caminado a través de las aguas en ascenso mientras pudo mantener la cabeza fuera.

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La exposición cuenta con los sensacionales dibujos de Mauricio Antón (Bilbao, 1961), especialista mundial en la ilustración de temas paleontológicos (a él se deben, por ejemplo, las del imprescindible estudio de los felinos y sus ancestros The big cats and their fossil relatives, de Alan Turner -University of Columbia Press, 1997-, y las de Memoria de la tierra, del paleontólogo Jordi Agustí -Ediciones del Serbal, 1997-). El dibujante resucita a las criaturas de épocas pretéritas y las coloca, entregadas al juego de la vida y la muerte, en los paisajes del remoto pasado. Lo hace con tanta maestría que uno, frente a los grandes paneles con sus dibujos expuestos en el Museo de Zoología, se siente como ante una ventana, espectador privilegiado de espacios de abismal antigüedad.

Un viejo conocido que figura en la exposición es Jordi, el fósil de Driopiteco -simio de hace 10 millones de años- hallado en el Vallès y cuya reconstrucción, realizada a partir de los huesos, tiene cara de agobio. Probablemente, por volver a coincidir con los letales gatos de los que creyó escapar hace tanto, tanto tiempo.

Reconstrucción de un tigre dientes de sable en el Museo de Zoología de Barcelona.
Reconstrucción de un tigre dientes de sable en el Museo de Zoología de Barcelona.TEJEDERAS

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