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Reportaje:

TVE-Cataluña pierde arraigo social y no logra atraer a la audiencia

La larga travesía del desierto de TVE-Cataluña empezó en 1983, cuando TV-3 comenzó a emitir, y todavía no ha concluido. La existencia del centro de Sant Cugat ha sido desde entonces azarosa, y sus profesionales no han dejado de estar inmersos en crisis más o menos duraderas, más o menos intensas. Ni los directivos de la etapa socialista, ni los de la actual, del PP, han logrado definir un proyecto que permita a los estudios catalanes de TVE salir a flote. Un modelo que integre su doble capacidad: actuar como centro productor para la cadena y ofrecer una programación interesante para Cataluña.

Dieciocho años son muchos para una peregrinación sin rumbo. Pero, además, en los últimos cinco la situación de TVE-Cataluña -por donde han pasado en ese tiempo dos directores, Aurora Catà y Javier Grima, mientras en Madrid se sucedían cuatro directores generales- se ha agravado de forma notable: la marcha de profesionales no cesa -en los últimos cinco años se han perdido 54 puestos de trabajo fijos-, los resultados de audiencia prácticamente han tocado fondo y, por si fuera poco, este año el presupuesto ha sido recortado en 2.500 millones de pesetas y asciende a 4.040 millones. Éste es el complicado panorama con que va a encontrarse el nuevo director del centro, Ramon Font, que se incorporará a su despacho de Sant Cugat el próximo 2 de abril, después de que Javier González Ferrari, actual director general de RTVE, con quien le unen lazos de amistad, haya pensado en él para salvar el centro.

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La crisis viene de lejos, pero todas las alarmas se han encendido precisamente ahora, porque a la triste situación se ha sumado esta vez otra amenaza que sobrevuela la plantilla: el plan de viabilidad que elabora la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) para TVE, que estará acabado este mismo verano.

Etapa aciaga

Que recuerden los profesionales de la casa, la actual es una de las etapas más aciagas de Sant Cugat. La pérdida de arraigo social en Cataluña del centro de TVE, los pobres resultados de audiencia de los programas que en él se producen -tanto para toda España como en catalán-, la falta de expectativas y, por lo que respecta al área de informativos, la fuga de periodistas acreditados -los últimos, Francesc Novell, Manel Lucas, Carlos Torreiro y Andreu Castellet- han llevado a los trabajadores a una cruzada para exigir un plan de producción que asegure un futuro digno para Sant Cugat. Durante dos meses han reclamado con concentraciones diarias la destitución de Javier Grima. Confirmada la marcha del hasta ahora director de TVE-Cataluña, la plantilla sigue reivindicando un proyecto para el centro.

También los políticos han empezado a tomar cartas en el asunto, aunque de momento muy tímidamente. 'Nos preocupa mucho la situación de Sant Cugat', dice Antoni Poveda, representante socialista en el consejo asesor de RTVE en Cataluña. 'Queremos que sus programas recuperen aquella marca que los caracterizaba y aquella identidad catalana que era signo de la casa, y también que haya unos niveles de producción potentes', añade. 'Hace falta un proyecto', insiste, 'hay que definir objetivos para conseguir que TVE-Cataluña no sea un centro más del Ente Público RTVE, sino el más importante de España en cuanto a producción'.

Daniel Condeminas, el representante de Esquerra Republicana en el citado consejo asesor, se manifiesta en la misma línea que su colega socialista. Condeminas da un voto de confianza al nuevo director del centro, Ramon Font. 'Esperamos, pero a la vez reclamamos, que este cambio en la dirección signifique una clara recuperación del peso de Sant Cugat en el panorama televisivo'. La solución de TVE-Cataluña pasa, según este consejero, por 'incrementar significativamente las horas de producción, aumentar la presencia del catalán en TVE y la audiencia, y comprometerse con un proyecto de futuro ante los cambios que afectarán a RTVE en su conjunto, tanto financieros como legislativos'.

Programas en castellano

Sólo hace falta observar la programación que actualmente se produce en TVE-Cataluña y sus datos de audiencia para colegir que los espacios que en este centro se realizan no despiertan excesivamente el interés del público, el del catalán aún menos que el del resto de España. Hoy, Sant Cugat produce ocho programas en castellano para la cadena, pero sólo uno de ellos, el infantil TPH Club de los fines de semana, está destinado a La Primera, el resto forma parte de la oferta de La 2. En todos los casos, registran una audiencia más baja en Cataluña que en todo el país (véanse los gráficos adjuntos).

El menos visto es La noche abierta, el programa de entrevistas de Pedro Ruiz. En febrero pasado registró en toda España una cuota de pantalla (porcentaje de telespectadores que siguen un espacio con relación a todos los que ven la televisión en ese momento) del 5%, mientras que ese dato en Cataluña fue del 3,9%. En ninguno de los dos territorios superó la cuota media de La 2: el 7,5% en España y el 5,8% en Cataluña. A la cabeza de la lista de audiencias, el programa producido en Cataluña con más fieles, al margen de los infantiles, es Saber y ganar, el concurso que presenta a diario Jordi Hurtado, con un 11,6% de cuota en España y un 11,4% en Cataluña.

En cuanto a la programación en catalán, los datos que arroja la clasificación de las audiencias resultan bastante sorprendentes. Los dos programas más vistos son Esglésies de Catalunya (16,9%) y La missa (15,3%). mientras que el que tiene menos audiencia es el concurso de las tardes Tic tac toe.

Los espacios religiosos superan incluso la audiencia del buque insignia informativo de la programación en catalán, L'informatiu migdia, que en los últimos cinco años ha pasado del 24% de cuota de pantalla al 12% a finales de 2000.

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