La insensibilidad de un presidente
Lo que son las cosas del toreo, un joven mexicano llamado Fabián Barba tiene capacidad para ser torero, pero no pudo demostrarlo porque pechó con el peor lote de la tarde. Su primero era novillo incómodo y cabeceaba; su segundo, un mansote declarado. Estuvo el azteca muy por encima de los novillos que le tocaron. Demostró valor y oficio.
La otra cara de la moneda la tuvieron los dos restantes novilleros: Salvador Vega, que toreó a su segundo con muy buenos derechazos, ligados, templados y con cadencia. Mas el novillo por el pitón derecho era un auténtico bombón. Su primer ejemplar también le ayudó mucho porque humillaba muy bien. A ese novillo le instrumentó derechazos con la mano alta. Donde estuvo mejor fue en una serie de naturales ligados.
Martín / Barba, Vega, Jiménez
Novillos de San Martín: cuatro muy buenos; 4º, mansote; 1º, incierto. Fabián Barba: estocada caída (silencio); pinchazo hondo -primer aviso-, pinchazo -segundo aviso-, pinchazo, media estocada -tercer aviso- y dobla el novillo (aplausos). Salvador Vega: seis pinchazos -aviso-, estocada y cinco descabellos (silencio); estocada (oreja). César Jiménez: estocada caída y descabello (oreja); pinchazo, estocada -aviso- y dos descabellos (vuelta). Plaza de Illumbe, 3 de marzo. Media entrada.
El triunfador de la tarde se llama César Jiménez. Estuvo en todo momento con rabieta de novillero. En su primero inició la faena con pases cambiados y siguió con tres tandas de derechazos largos y ligados. En ese novillo cortó la oreja. Donde se mostró con más clase fue en el último de la tarde, al que instrumentó derechazos y naturales muy ligados; especialmente ligados. Lástima que mató mal. De todos modos, hay torero, aunque en algunos puntos se le encuentre un poco verde e incluso con una tendencia al toreo de escayola.
Hay que destacar la falta de sensibilidad del presidente de la corrida. Aplicó el reglamento con una severidad que no la hemos encontrado cuando participan las grandes figuras del toreo en esta plaza de Illumbe. Lo decimos porque el cuarto novillo, que era, como se ha dicho, un auténtico mansote, creó muchas complicaciones a la hora de dejarse matar. Fabián Barba trató de irse hacia arriba a matar el toro. No obstante, no consiguió acertar, pese a que se tiraba de buena ley. Pues bien, faltando segundos para que el toro cayera muerto definitivamente, el presidente no tuvo la generosidad de esperar unos segundos y soltó el tercer aviso de forma implacable. En ese momento, el público percibió que el reloj del presidente parecía que era la horca de la Revolución Francesa: dura, implacable, sin alma.
Este año las entradas más baratas han subido un 60%. Los que pagaron 500 pesetas, ahora tienen que soltar 800. Buena parte del público se pregunta si eso obedece a lo de las vacas locas o es que alguien se ha vuelto loco de repente. Algún vecino de la localidad ha asegurado que más que nada alguien se ha hecho el loco de repente. ¿Esa subida es un adelanto de lo que va a suceder con el billetaje de los festejos taurinos a partir de la temporada que está a punto de empezar?
Babelia
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