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ENFRIAMIENTO DE LA ECONOMÍA DE EE UU

La economía de EE UU redujo al 1,4% su crecimiento en el último trimestre de 2000

Enric González

Las estadísticas sobre crecimiento económico, publicadas ayer por el Departamento de Comercio, incitan al pesimismo. El consumo de los ciudadanos, que sostiene dos tercios de la economía, subió un 2,9%, casi la mitad que en el trimestre anterior. Pero se trató de un consumo fungible, compuesto sobre todo por alimentos y productos de lujo, alentado por fiestas como Thanksgiving (Acción de Gracias) o Navidad. El gasto en bienes duraderos (automóviles, ordenadores, etcétera), que galopaba a un ritmo del 7,6% en septiembre, entró en zona negativa.

La inversión de las empresas en nuevas factorías y herramientas también mostró números rojos, con una contracción del 1,5%, frente a un alza del 7,7% en el trimestre anterior. Fue el peor índice desde finales de 1991, un momento en que el país emergía de una recesión. La construcción de nuevas viviendas sufrió una caída aún más brusca, de casi 11 puntos positivos a 2,5 puntos negativos.

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Pese al mediocre cuarto trimestre, el crecimiento económico para el conjunto del año fue del 5%, frente al 4,4% del año anterior. Eso da una idea de la brusquedad del frenazo: en junio aún se crecía a un ritmo del 5,6%, en el tercer trimestre se bajó al 2,2% y en el cuarto al 1,4% (en tasa intertrimestral anualizada; es decir, sobre el trimestre anterior y elevado a 12).

La impresión de los economistas es que la desaceleración económica se mantuvo entre octubre y diciembre, y que en el último mes del año y en enero el crecimiento se aproximó cada vez más a cero.

El sector manufacturero da por seguro que su evolución ha entrado ya en números rojos. 'El informe del Departamento de Comercio se limita a poner cifras concretas a unas malas noticias que todos esperábamos. Ahora hace falta una política monetaria agresiva para evitar la recesión', comentó James Glassman, economista jefe de JP Morgan Chase.

Un aterrizaje accidentado

Del aterrizaje suave del tercer trimestre se ha pasado a un aterrizaje accidentado y peligroso. Greenspan se permitió pronunciar la palabra 'recesión' en su comparecencia parlamentaria de la semana pasada, y dijo que Estados Unidos se arriesgaba a sumirse en una fase recesiva (técnicamente, crecimiento negativo durante dos trimestres consecutivos) si se quebraba la confianza de los ciudadanos.

Las noticias cotidianas sobre despidos masivos están quebrando esa confianza, que, según los datos publicados el martes, se encuentra en su nivel más bajo de los últimos años. Cuando se les pregunta por su impresión para los próximos seis meses, los estadounidenses se muestran muy pesimistas, hasta extremos que pueden ser comparables a los del año 1990, cuando se conjugaron una recesión por sobreproducción y la perspectiva de una guerra de consecuencias incalculables en el golfo Pérsico.

La rapidez con que Estados Unidos ha pasado de un crecimiento fortísimo a la anemia económica hace que emerjan datos aparentemente contradictorios. La Oficina del Presupuesto del Congreso anunció ayer un fuerte aumento en sus previsiones de superávit presupuestario para el periodo 2002-2011: los nuevos cálculos sitúan el superávit presupuestario en 5,6 billones de dólares, unos 950 billones de pesetas, 170 billones más que en su anterior proyección.

Los congresistas estiman que no habrá recesión, que este año se crecerá a un ritmo medio del 2,4% (en julio pasado habían pronosticado un 3,1%) y que en los años siguientes se superará el 3%. Los datos reales resultan en este momento mucho menos optimistas. La mayoría de los Estados, que se financian básicamente con impuestos sobre las ventas, no consiguieron cumplir en diciembre sus previsiones de recaudación.

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