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El gran clásico

El Barça atropella al Madrid

El cuadro azulgrana pasó por encima de un rival encogido, en el que Figo estuvo igual de ausente que el resto

Ramon Besa

El Barça ninguneó al Madrid y a Figo, convertido en un blanco más, como si no tuviera antecedentes, metido en una de tantas alineaciones como van pasando y claudicando en el Camp Nou, con independencia del rango del equipo, hasta ayer líder del torneo. Por la vía anímica, los azulgrana revolcaron al contrario, sorprendentemente encogido, sobrepasado por la liturgia del choque, inédito futbolísticamente, muy inferior al Barça en juego y en conducta. Actuaron los azulgrana de acuerdo al guión dramático de la contienda, con nervio y determinación, y el Madrid cayó electrocutado. No supo como jugarle el Madrid al Barça. Ni el entrenador ni el equipo ni Figo, superado igualmente por la solemnidad que le dio la entidad azulgrana al acontecimiento. A falta de Figo, de Raúl, incluso de Rivaldo, el encuentro fue un monólogo de Xavi, jugador de equipo por excelencia, poco dado al ruido, siempre en su puesto, igualmente diligente en la pausa que en la aceleración. Él fue el reflejo del juego ordenado, equilibrado e inteligente de los barcelonistas. Al Barça le bastó con el criterio de Xavi para decidir el clásico, falto de fútbol y de discusión.

BARCELONA 2- REAL MADRID 0

Barcelona: Dutruel; Puyol, Abelardo, Reiziger; Xavi, Cocu; Simao, Luis Enrique (Alfonso, m.73), Sergi; Dani (Frank De Boer, m.67) y Rivaldo (Gerard, m.86).Real Madrid: Casillas; Geremi, Hierro, Karanka, Roberto Carlos; Celades, Makelele (Morientes, m.73); Figo, Guti (Savio, m.56), Munitis; y Raúl. Goles: 1-0. M.26. Xavi ejecuta una falta desde la banda derecha. Su centro al primer palo lo peina Luis Enrique y el balón, tras rozar, en Karanka no puede ser detenido por Casillas. 2-0. M.76. Tiro durísimo de Rivaldo que rechaza a duras penas Casillas. El balón suelto lo envía Alfonso, de cabeza, al travesaño y Simao, a puerta vacía, marca. Árbitro: Pérez Burrull, del colegio cántabro.Mostró tarjeta amarilla a Celades, Reiziger, Hierro, Puyol, Geremi y Figo. Camp Nou. Lleno. Unos 104.000 espectadores. Llovió de forma copiosa durante la segunda parte.

La carga ambiental del partido afectó igualmente a los entrenadores, que retocaron sus equipos como queriendo decir que estaban tan metidos en el asunto como cualquier hincha. Auscultando a la afición, Serra Ferrer cambió de banda a Puyol para que marcara a Figo, no sólo por una cuestión táctica sino anímica o política si se quiere, por aquello quizá de contrarrestar al que se pasó al enemigo con el canterano, y de señalar que el partido se comenzaba a jugar a partir de una marca implacable, a la italiana, sin concesión posible.

Proponía el Barcelona un juego viril, intimidatorio, directo, procurando evitar las pérdidas de la pelota en las zonas calientes de la cancha, tapado las bandas, cerrando su área con las ayudas de Cocu y buscando más las transición que la conducción. Al otro lado, el Madrid pretendía justamente lo contrario. Del Bosque premió la conservación del balón alineando a Celades en detrimento de Helguera, y el equipo se espantó a la que voltearon al medio centro. No supo tener el cuero, ni tocarlo ni aguantarlo; se arrugó en los balones divididos; e incluso se mostró indulgente en las jugadas de estrategia, pues Figo cedió el lanzamiento de los saques de esquina a otros compañeros. Jugaba Figo más por dentro que por fuera, como si fuera un centrocampista y no un delantero, y el equipo se acurrucó frente a un Barcelona más despierto, agresivo y muy serio.

El Madrid fue reculando ante la presión del rival, y el fútbol físico y dinámico de los azulgrana devoró el juego funcionarial, conservador, señorito y frágil del plantel blanco, más interesado en las paredes, en el entrejuego, en resguardarse, que en las aperturas o el uno contra uno. Al Barça le alcanzó con el criterio de Xavi, la ductilidad táctica de Cocu y la voracidad de Luis Enrique y Sergi, para gobernar el partido a su manera. El primer gol fue fiel reflejo del paisaje del Camp Nou: tocó Xavi, Luis Enrique entró con todo y Karanka se achantó, como siempre ocurre en el Madrid en las jugadas de estrategia y, sobre todo, en los balones aéreos.

Encogidos los futbolistas decisivos del Madrid, sobre todo Roberto Carlos, Guti y Figo, el Barça mandó posicional y anímicamente, atrapando el área contraria de forma acompasada, sin demasiada asiduidad, pero casi siempre con la sensación de peligro. La situación llegó a ser tan cómoda para los azulgrana que tuvieron el partido franco nada más comenzar el segundo acto, cuando Casillas sacó una mano prodigiosa a cabezazo de Rivaldo. El Barça se gustaba en cualquier zona del campo ante la jarana de su hinchada, sorprendida por la superioridad de su equipo.

No había noticias del Madrid, sometido y al mismo tiempo perdido en la inmensidad del Camp Nou. Por mas vueltas que le daba, no le encontraba el hilo a la contienda, así que Del Bosque optó por dar entrada a Savio en detrimento de Guti. A grandes males, grandes remedios. El partido pareció abrirse, y hubo un cierto jaleo en ambos campos, nada del otro mundo. Mandaba igualmente el Barcelona, con Frank de Boer en escena, aireando al grupo, tirando buenas aperturas, y Cocu golpeando al travesaño. Replicó el Madrid por primera vez, con Raúl bajando más a los medios, buscando alargar la jugada, conectando con Figo, cuyo remate se estampó en Abelardo, atento al cruce.

La jugada, la única en área azulgrana en el segundo tiempo, alertó al Barcelona, que respondió acto seguido con un segundo tanto, armado por Rivaldo y rematado por Simao. Acabada la función en la cancha, la grada se dio un festín, contenta como estaba la hinchada por haber tumbado al Madrid, por revolcar al líder y por el mal partido de Figo, capaz de jugar mal vestido de blanco. El juego del Madrid fue tan deprimente que a la afición le costó calibrar el partido del Barça. Encajó goles como en cada partido y, por el contrario, fue sorprendentemente incapaz de marcar un gol pese a su avalada voracidad ofensiva. No pudo con un rival que supo capitalizar la presión que había generado para tumbar al líder. El diseño que hizo el Barça del partido resultó perfecto de principio a fin. La tensión se comió al Madrid.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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