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Crítica:'LA CENTRAL' (ANTENA 3) / 'CRÓNICAS MARCIANAS' (TELE 5)
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La noche no se mueve

Tras la primera semana de competencia directa en las pantallas, no parece que La central, el nuevo late-night de Antena 3, represente una seria amenaza para Crónicas marcianas, líder incuestionable de esa franja horaria desde hace más de tres temporadas. Y eso a pesar de que, por lo visto estos días, resulta más que evidente que sus creadores, a la hora de diseñar el producto, han tenido tan en cuenta el programa de Sardá como los fenecidos Esta noche cruzamos el Mississippi o La sonrisa del pelícano, que dirigiera con notable éxito de público el eterno postulante Pepe Navarro. Son tantos los parecidos de La central con uno y otro modelo que lo que no toma de uno lo toma del otro y casi puede decirse que no aporta nada, o prácticamente nada, verdaderamente original.El principal problema del invento de Antena 3 no es, sin embargo, esa contaminación, por flagrante que sea, de exitosos modelos anteriores, un proceder al fin y al cabo habitual en un medio de competencia tan feroz como es el televisivo. Ni siquiera que, falto de otras ideas, confíe toda su pretendida y fallida carga iconoclasta a la explotación del morbo fácil del sexo, del que ha abusado con chabacana y estéril saturación en los programas emitidos hasta la fecha.

El problema es la encorsetada falta de espontaneidad con la que el mejunje nos es servido; algo en lo que, justo es señalar, no tiene culpa su conductor, el pulcro y esforzado Jesús Vázquez, ni tampoco el grupo de actores que lo rodean para aportar cada noche el contrapunto cómico. Contemplados individualmente, y pese a los penosos papeles que en ocasiones están obligados a representar (entre ellos, un presidiario tatuado apodado El Sevilla dando vida a la España cañí y un Jaimito pajillero de atroz indumentaria encargado de servir carnaza encontrada en Internet), todos los colaboradores lo hacen con aceptable soltura.

Ahora bien, Jesús Vázquez no es el dueño del programa, sino un presentador mercenario, y eso, pese a la libertad que parece haberle dado su director para opinar y dar su punto de vista sobre cualquier tema que se debata, representa una incómoda faja en un formato televisivo como el de los programas espectáculo de medianoche, donde, a diferencia de lo que ocurre en los programas de horario diurno, parece fundamental la presencia delante de las cámaras de alguien que tome decisiones y que no se limite a improvisar lo que buenamente puede mientras recibe órdenes a través del famoso pinganillo.

No sabemos lo que sería de La central de estar dirigido por Jesús Vázquez (afortunadamente, por cierto, vestido con traje, y no con los modelitos para lucir músculo a los que nos tenía acostumbrados).

Lo que sí es seguro es que, frente al lastre que representa una mecánica como la descrita, tan pegada al guión, la superioridad hoy indiscutible de Crónicas marcianas reside justamente en todo lo contrario: en la agilidad, en la asombrosa capacidad para dar la impresión de que, por medidos y planificados que estén sus contenidos, todo funciona, como por milagro, de manera espontánea.

Con la seguridad que le otorga la confianza en esas armas, Javier Sardá ha apostado cómodamente por la continuidad. Salvo la irreparable ausencia de Boris Izaguirre, que sólo aparecerá un día a la semana, y la enigmática incorporación, todavía inédita, de nuevos colaboradores como Nacho, el pagado de sí mismo médico de Gran Hermano, todo sigue igual. Queda por ver si mantendrá el pulso.

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