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NATACIÓN Sydney 2000

La maldición de Jenny Thompson

Siete medallas como relevista en los Juegos, ningún triunfo individual

Santiago Segurola

Pocos deportistas saben mejor lo que es la gloria y el fracaso que la estadounidense Jenny Thompson, cuya larga trayectoria entre las mejores nadadoras comenzó en 1988, con 15 años. Estuvo a punto de participar en los Juegos de Seúl, y desde entonces ha sido figura. Desde ayer sabe que nunca conseguirá una medalla de oro en una prueba individual, presa de una maldición que le persigue desde Barcelona 92. Pero también es muy probable que de estos Juegos salga laureada como una de las deportistas que más oros han conseguido en la historia: siete hasta el momento, ocho si Estados Unidos vence en el relevo 4x100 metros estilos, la prueba cierre de su trayectoria olímpica.Todos los éxitos de Thompson se han producido en relevos. Su cosecha en las pruebas individuales es escasa: segunda en los 100 metros libres en Barcelona 92 y tercera ayer en la misma disciplina, con una medalla compartida con su compatriota Dara Torres. Thompson, una chica inteligente que se licenció en medicina, ha atravesado por todas las fases posibles en el deporte. Fue una niña prodigio, batió el récord mundial de 100 metros en 1992, se encontró con el muro de las chinas en Barcelona, no consiguió clasificarse para ninguna prueba individual en Atlanta, recuperó después el prestigio perdido y ahora se ha encontrado con otra muralla insuperable: la holandesa Inge de Bruijn.

Puede proclamar con razón que su derrota ante la china Li en Barcelona tiene un aire sospechoso. Sin embargo, el gran reproche a Thompson está relacionado con su incapacidad para disputar las pruebas individuales en Atlanta, donde en condiciones normales hubiera ganado dos o tres. En las pruebas de selección, sufrió un ataque de pánico. Se volvió insomne y perdió confianza, quizá ante la abrumadora idea de estar al borde de hacer historia. Si todo hubiera marchado con normalidad, habría podido conseguir siete medallas de oro. No pudo con el miedo y perdió su gran oportunidad. Sólo pudo participar en los relevos.

En Sydney ha sido barrida por De Bruijn, cuyo efecto sobre Thompson ha sido devastador. En ningún momento ha sido capaz de apurar a la nadadora holandesa, cuyo poderío ha sido excesivo para la estadounidense, una nadadora que ha provocado una conmoción en los puritanos aficionados al deporte en Estados Unidos. Una foto de ella con un calzón de boxeador como toda vestimenta -los pechos quedaban tapados por sus manos- provocó un debate nacional. Thompson defendió su derecho a posar como le viniera en gana y acudió a Sydney en medio de un considerable revuelo periodístico, dispuesta a acabar con una maldición que no ha cesado. Ayer perdió la última ocasión de ganar a título personal una prueba en los Juegos.

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