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Sydney 2000CICLISMO - VELOCIDAD POR EQUIPOS

España dura en la pista 45,779 segundos

Carlos Arribas

Salvador Meliá, de 23 años de edad, habla sentado en una silla de plástico, a la puerta del velódromo, mientras espera el autobús a la Villa Olímpica. No son aún las siete de la tarde. Su actuación olímpica, para la que se ha preparado varios años, ha durado 45,779 segundos. "Hoy la he fastidiado yo. Estaba más fuerte que nunca. Me sentía fuerte. He salido bien, de pie sobre la bicicleta, notando cómo los pedales cedían a mi fuerza. He seguido así ocho, diez segundos, hasta el comienzo de la segunda curva. Allí, ya a 60 kilómetros por hora, con la bicicleta lanzada, me he ido a sentar. Se trataba de mantener el molinete girando a tope los pedales y el 49/14, de que se dispararan por fin las pulsaciones hasta 180 y de llegar a los 250 metros en menos de 18 segundos. Y fue justo en ese momento, a la entrada del peralte, cuando he sentido que se me iba la rueda delantera. Veía que me caía. De milagro no lo he hecho. Los que iban detrás, pese a sus malabarismos, han perdido la rueda y el equipo se ha roto".La selección española de velocidad olímpica -especialidad en la que se dan tres vueltas a la pista del velódromo y en cada una se retira aquel que ha tirado con todas sus fuerzas del grupo-, ganadora de dos pruebas de la Copa del Mundo esta temporada, estaba motivada. Creía en que era posible alcanzar una medalla. En principio, sólo se sentía inferior a la francesa. Pero, después del error de Meliá en el primer giro, el equipo terminó el noveno entre los 12 de la primera fase. A los cuartos de final sólo pasaban los ocho primeros. El octavo clasificado, Alemania, aventajó a España en menos de una décima de segundo, exactamente en 98 milésimas. El oro fue finalmente para Francia, la plata para el Reino Unido y el bronce para Australia. Meliá y Escuredo terminaron así su presencia olímpica. A partir de hoy, José Antonio Villanueva, el fenómeno, disputará la velocidad individual.

"No sé lo que ha pasado", continuó Meliá; "quizás es que tengo mucha fuerza: 1.400 vatios de tope, me han dicho; pero el cuerpo pequeño, que ando por los 70 kilos. Y, aunque levante 160 en sentadilla, tampoco es tanto, que el francés Tournant levanta 210. Eso decía, que quizás me falte peso para haber caído a plomo y haber seguido". ¿Nervios? "¿Me ve nervioso ahora?", protesta; "de cientos de veces que habré hecho la prueba, nunca me había pasado esto. Y ha tenido que ser aquí, en los Juegos. No sé por qué, pero, llegado el momento clave, nos falla la suerte".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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