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Sydney 2000

Tiempos más austeros

Nuevos hábitos de Samaranch para evitar suspicacias con el COI

Juan Antonio Samaranch tiene dos tipos de Juegos en cada edición olímpica. Los 10 días previos y los 15 de competiciones. En estos últimos la preocupación del presidente del Comité Olímpico Internacional es general por el desarrollo de los mismos, pero si no se producen problemas graves, su relajación diaria es mucho mayor. Sin embargo, en los días previos a la inauguración, en los que siempre se celebran reuniones de la comisión ejecutiva y la Sesión plenaria con todos los miembros del COI, el programa diario es exhaustivo. Además, en estos tiempos, Samaranch quiere dar un ejemplo de austeridad. Tras el escándalo de la corrupción las suspicacias se han multiplicado.Ocho de la noche, apenas un cuarto de hora después de que terminara la jornadas de la Sesión del COI del pasado miércoles. Tercer piso del hotel Regent, por donde se puede salir a una calle lateral y no por la principal, George Street, donde sería mucho más incómodo entre un maremágnum de integrantes de la familia olímpica y periodistas. Samaranch, junto a su inseparable e imprescindible secretaria Annie, se dirige al Olympian Reunion Centre, en el Circular Quay. Allí se celebra un cóctel organizado por la Asociación de Antiguos Deportistas Olímpicos Australianos, en la que además de legendarios deportistas locales hay invitados extranjeros de postín.

Dos coches blancos utilitarios, nada ostentosos, forman la minicaravana. En el segundo va el guardaspaldas de 1,80 de alto y casi uno de ancho que vigila la seguridad del presidente. El viaje es corto, porque el centro de Sydney no es muy grande, aunque la circulación, quizá el mayor problema que van a tener los Juegos, es abundante.

A la llegada, la sorpresa de un numeroso grupo de personas que están sentadas en una terraza, es enorme. Muchas se enteraban en ese momento de quién era el famoso esperado por cámaras de televisión y fotógrafos. Como si de un artista de cine se tratara, murmullos, carreras y hasta una señorita rubia muy emocionada se dirigió a darle la mano a Samaranch sin que el guardaspaldas reaccionara. Ya dentro, marea de estrellas. La primera que se acercó a saludarle fue Dawn Fraser, la primera gran nadadora australiana, doble campeona olímpica de los 100 metros libres. Y tras algunas paradas más, el presidente del COI se vio con Nadia Comaneci, la maravillosa niña gimnasta reina de los Juegos de Montreal 76 con 14 años. Y por allí estaban otras leyendas: Bob Beamon, Carl Lewis, Al Oerter...

Samaranch no quiso siquiera ni tomar un vaso de soda. Tras media hora de visita, Annie fue a rescatarle, aunque él mismo se hubiera ido de sentirse más cansado. No lo estaba. De nuevo alboroto en el exterior del edificio durante el corto trayecto hasta el coche. Para el regreso subió Constantino de Grecia, miembro honorario del COI y que fue campeón olímpico de vela antes de su derrocamiento como rey de Grecia. La conversación con Samaranch versó sobre les elecciones a la comisión ejecutiva, y tras otro rápido recorrido la entrada en el hotel volvió a ser por la misma puerta trasera. El grupo, guardaspaldas incluidos, subió en el ascensor de servicio, de paredes metálicas, bien distinto de los principales, con espejos y tapices, y al llegar al piso 33 cruzó por una sala de lavandería hasta alcanzar el pasillo de las habitaciones. Samaranch rechazó la limusina que le había ofrecido la organización de los Juegos y también la suite Real. "¿Para quién mejor la suite Real?", se preguntó dirigiéndose a Constantino. El presidente del COI sólo cuenta esta vez con un panel de cuatro televisores, en lugar de las más de 10 que llegó a tener en Juegos pasados.

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