Los campeones están hambrientos
Armstrong, Pantani, Ullrich, Zülle, Escartín, Olano, Vandenbroucke y Casero, listos para brillar en el Tour más limpio de la historia
El nuevo ciclismo exige a sus campeones especialización. Esta frase se lleva oyendo una década por lo menos. Este año se ha vuelto a oír. Con más fuerza que nunca. Y con más verdad detrás. Tan poco se les ha visto en otras carreras, tan poco gasto han hecho los previsibles protagonistas del Tour que comienza mañana, que bien se puede afirmar que los campeones están hambrientos. El Tour es su único objetivo del año. Y en ello están. Pero antes, tendrán que someterse a la batería de exámenes antidopaje que ha logrado que ya se hable del Tour 2000 como la carrera más limpia de la historia.El Tour será el más limpio de la historia, dicen los bienintencionados. Anuncian que antes de salir mañana, a todos los ciclistas se les habrá extraído sangre en busca del desgraciado hematocrito superior al 50% y habrán dejado su muestra de orina, que será congelada para que le busquen dentro de unos meses restos de eritropoietina no sin antes haberla analizado concienzudamente en busca de corticoides, anabolizantes y otras sustancias dopantes. Luego, durante el Tour, se seguirán repitiendo los procedimientos. Nadie se librará. Todos pasarán varias veces por el filtro. O eso dicen. Habrá que creérselo.
Pero montajes publicitarios aparte, también se puede afirmar en alto que el Tour 2000 será uno de los más competidos de los últimos años. O más que el del 99, seguro. Entonces, antes de salir, por unas razones u otras (Ullrich, caído; Pantani, decaído) no había en liza ningún antiguo ganador de la gran carrera. Este 2000, en cambio, hay nada menos que tres. Están todos. Está Lance Armstrong, el norteamericano ganador del 99 dispuesto a marcar una época; vuelve Jan Ullrich, el alemán ganador del 97, todavía joven y apenas desgastado; regresa Marco Pantani, el escalador mágico salvador del Tour desgraciado del 98, el del caso Festina. Y los tres llegan con hambre. Como hambriento está el joven Vandenbroucke, amante de los escándalos y los portazos.
El Banesto llegó el miércoles a Nantes y se puso a ensayar la contrarreloj por equipos del martes, el primer punto difícil del Tour que comienza mañana con una contrarreloj individual de 16,5 kilómetros en Futuroscope. Aunque tienen a Francisco Mancebo, que sueña con vestir el maillot blanco de mejor joven, y también a Jiménez, el volátil escalador, su líder natural es el suizo Alex Zülle.
Los del Kelme llegaron ayer. Se bajaron del avión en Nantes y ensayaron la contrarreloj por equipos. Sus líderes, Fernando Escartín, tercero en el 99, y Roberto Heras, debutante en el Tour a los 26 años, llegan casi inéditos. Hambrientos.
Y los del ONCE, Olano y Jalabert, que empezaron muy fuerte el año pero se han pasado dos meses de calma. O Casero, el español que acabó quinto en el 99 y que se operó del tendón de Aquiles este año. También llega con ganas.
Todos prometen que este Tour será el suyo. Todos llegan fuertes, dispuestos a hacer apasionante la última gran carrera del siglo XX.
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