Duran sostiene que la polémica sucesoria sólo beneficia a Maragall

La carrera entre Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida para colocarse con vistas a la sustitución de Jordi Pujol vivió ayer un nuevo episodio. Mientras el primero reclamaba "una sola voz" en CDC, el segundo aseguraba que la polémica sobre la futura sucesión de Jordi Pujol al frente de la coalición sólo beneficia las pretensiones de Pasqual Maragall.Las palabras de Artur Mas sobre la voz única en CDC se referían a su designación como secretario general, en sustitución de Pere Esteve. Pero está claro que ése es el primer movimiento para colocarse en situación ventajosa en la línea de sucesión de Pujol. Hace menos de una semana que el propio Mas defendía la conveniencia de una fusión entre Convergència y Unió y anunciaba que, en el caso de que la unidad no se produjera, el candidato a la presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones debía ser de CDC.

Mientras, su principal contrincante, el presidente del comité de gobierno de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, consciente de que hoy por hoy CDC tiene mayor presencia que el partido democristiano,pedía tiempo. Duran Lleida señaló ayer la "imprudencia" que significa la polémica sobre la sucesión de Pujol y sostuvo que eso es algo que beneficia exclusivamente a Pasqual Maragall en su proyecto de alcanzar la presidencia de la Generalitat.

"Entrar ahora en un debate sobre personas es empezar la casa por el tejado. Lo que haríamos es que ganasen otros", aseguró en una entrevista a Catalunya Ràdio.

"No quiero contribuir a una victoria de los socialistas, creo que hice lo posible para contribuir a la victoria de CiU el 17 de octubre [fecha de las elecciones autonómicas] y mi obligación es seguir contribuyendo a que no ganen los socialistas", dijo. "Mi obligación es que el futuro presidente de la Generalitat no sea Maragall, sino que sea una persona de CiU; da igual que sea de CDC o de UDC", añadió. Duran se refirió también a la predisposición a pactar con CiU expresada por ERC y la atribuyó a una estrategia del secretario general republicano, Josep Lluís Carod, para "sondear" a los sectores de su propio partido que se oponen a este pacto.