Reportaje:

De un diario y de una dictadura

Un libro tiene dos autores: el que lo escribe y el que lo lee. Ésta es la máxima que Abrasha Rotenberg, autor de La Opinión amordazada, pudo comprobar el martes por la noche durante la presentación de su libro en la Casa de América en Madrid. Rotenberg, que trabajó codo a codo con el periodista Jacobo Timermann, quiso explicar el porqué de su obra sobre un periódico ligado a los años de plomo de la dictadura argentina: "No es un libro sobre la historia de La Opinión, sino un relato de un momento determinado de la Argentina en un periodo en el que existieron conflictos personales dentro del per...

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Un libro tiene dos autores: el que lo escribe y el que lo lee. Ésta es la máxima que Abrasha Rotenberg, autor de La Opinión amordazada, pudo comprobar el martes por la noche durante la presentación de su libro en la Casa de América en Madrid. Rotenberg, que trabajó codo a codo con el periodista Jacobo Timermann, quiso explicar el porqué de su obra sobre un periódico ligado a los años de plomo de la dictadura argentina: "No es un libro sobre la historia de La Opinión, sino un relato de un momento determinado de la Argentina en un periodo en el que existieron conflictos personales dentro del periódico, y también del periódico con el poder". En el acto, ese periodo fue definido por Javier Pradera como "aquellos años de crueldad, muerte y fanatismo, durante los que Argentina centró los males del mundo, y donde la izquierda enloquecía y se lanzaba por los caminos de la desolación, mientras la derecha volvía a sus tintes más fascistas".

Joaquín Estefanía, director de opinión de EL PAÍS, destacó por su parte que ha aprendido del libro, entre otras cosas, que "los militares pueden asesinar periódicos, no sólo personas". Pero sobre todo se preguntó cómo hubieran enfrentado Timermann y Rotenberg el momento crucial que vive el periodismo. "En un tiempo en el que la radio, la prensa, la televisión e Internet compiten ferozmente; en el que los periodistas se han convertido en webtrotters, es decir, en proveedores de contenidos para nuevos portales informativos; en el que ya no es una utopía que pueda llegar a desaparecer la prensa de papel, o deje de tener la presencia que tiene hoy... ¿cómo se hubieran adaptado Timermann y Rotenberg?".

La respuesta que éste último ofreció a la pregunta dejó claro su rechazo a un fenómeno que consideró como "la revolución de una información que nos desborda". En los tiempos en que "lo secundario ocultaba los hechos principales", la aportación de La Opinión fue elegir entre todos los temas del día los cuatro o cinco que determinaban la marcha de los acontecimientos. "Ahora sabemos mucho, pero la verdad es que no entendemos nada", afirmó. Por eso, el reto de los medios actuales está en que "aparezca un grupo lo suficientemente hábil para decir: 'ésta es la verdad'; todo lo demás es hojarasca".

El periodista Ernesto Ekaizer, que fue redactor de La Opinión durante los años a los que se refiere el libro, señaló que Rotenberg ha conseguido describirse tal y como él le vio cuando comenzó a trabajar en el diario. Cariñosamente, señaló que Rotenberg "compartía todos los vicios del periodismo", en especial el de obtener información de los propios redactores, antes de leerla escrita en los periódicos.

También recalcó que el libro ha conseguido "desacralizar" las relaciones entre los dirigentes del periódico y el poder, "el trapicheo que se traían con el poder, y que se presenta descarnadamente". Sin embargo, Ekaizer dejó claro que no se ha reconocido lo suficiente el papel crucial del diario La Opinión para "oponer resistencia a las bandas armadas que asesinaban a nuestros compañeros".

Por su parte, el periodista Óscar Skorpa destacó que el libro muestra una realidad: "Que en la izquierda estábamos enloquecidos de sordera, desde la incredulidad de lo que se estaba empezando a producir". En su opinión, la situación de represión por el aparato de Estado argentino produjo "incapacidad en la izquierda de poder pensar y llevó a la autoaniquilación".

Rotenberg cerró el acto recalcando que éste es "un libro molesto", porque explica cosas que "la gente no quiere recordar especialmente". Pero también recalcó que habla de una situación que se repite. "Este es un libro no sobre un tiempo, sino sobre todos nosotros. El miedo del País Vasco es el mismo que nosotros teníamos entonces. Los nombres son distintos; pero las circunstancias, las mismas".

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