"Dicen que escribo como una posesa"
Nacida en Vietnam hace 37 años y afincada en París desde los 14, la escritora Linda Lê ha visto vertida ahora, por primera vez, una obra suya al catalán. Lletres mortes es el segundo título de la colección Valències, que edita Tàndem y dirige Vicent Alonso y es, también, la primera traducción de Linda Lê a una lengua del Estado español. Presentada ayer en la Feria del Libro, Lletres mortes es un monólogo que cierra la trilogía construida a partir de la muerte de su padre, fallecido en soledad en Vietnam tras más de 20 años de separación de su familia.Pregunta. ¿Puede decirse que la sombra del padre ha planeado sobre su trabajo mientras ha escrito esta trilogía y ahora se siente de alguna forma liberada?
Respuesta. Todos tenemos una figura fundamental en nuestra vida y, en mi caso, esa figura es la de mi padre, pero no sólo durante los cuatro años que he tardado en hacer estos tres libros. Escribirlos, ha sido para mí una especie de exorcismo, un proceso de duelo.
P. ¿Duelo en sentido freudiano?
R. Sí. Duelo y melancolía. Pero ahora tengo la impresión de que mi padre se ha convertido en un personaje de novela, una figura fantasmática.
P. ¿Es el resto de su obra tan dramática como Lletres mortes?
R. La trilogía, y sobre todo Lletres mortes, es literatura un poco negra. Se pueden leer independientemente, porque el estilo de cado una es totalmente diferente. Los otros dos libros están más cerrados en sí mismos, mientras que éste es más abierto. Yo creía que después de esto no escribiría nunca más, pero ha sido al contrario, se han abierto nuevos caminos, más luminosos, que se reflejan en mi próximo libro, que se titulará Las albas.
P. ¿Escribir sobre las relaciones paterno-filiales es un tema de moda?
R. Es un tema de siempre. Jane Austen decía que escribía sobre el amor y el dinero, temas a los que yo añadiría la familia.
P. ¿La inspiración de la mejor literatura es siempre uno mismo?
R. Siempre se habla de uno mismo, pero eso no conlleva buena literatura, como prueban los cientos de diarios escritos por adolescentes. Me gusta una frase de Kafka que dice: "Escribo la historia mundial de mi alma". Esa es la visión de Lletres mortes.
P. ¿Qué es más correcto, referirse a usted como una escritora vietnamita o como una escritora francesa?
R. Me siento una escritora apátrida. Mi modelo en este sentido serían Cioran o Conrad.
P. ¿Se puede hablar de literatura de hombres y literatura de mujeres?
R. Sólo hay escritores buenos y malos.
P. Lletres mortes es un monólogo torrencial. ¿Escribe de forma compulsiva?
R. Mis amigos dicen que soy una bruja, que escribo como una posesa. Creo que se ha de escribir con toda la inocencia del mundo, pero no creo en la gente que dice escribir sin leer a otros. Es preciso leer y olvidar, para después escribir desde cero, como, con otras palabras, decía Borges. Y yo soy una lectora voraz.
P. Recientemente ha publicado en Francia Tu ecriras sur le bonheur, un libro que recoge artículos sobre cuarenta escritores, que van desde Raymond Carver y Henry James a Paul Moran o Marina Tsvétaéva. ¿Es un homenaje a sus autores preferidos?
R. No, ahí no están todos los autores que me gustan. Me gustaría escribir también sobre Dovtoievski, sobre Tolstoi y sobre otros que no aparecen en el libro.
P. ¿Dónde nació su afición a la literatura?
R. No sé. Casi desde que tengo memoria, me encerraba a leer para conseguir dos objetivos: estar sola y tener amigos. Los amigos, por supuesto, eran los personajes literarios.
P. Tal y como dice de su padre, ¿ha acabado por sentirse también un personaje literario?
R. Algo de eso puede haber. Me siento desdoblada, en el sentido de que la persona que escribe no es la misma que la persona que vive.
P. ¿Después de leer y escribir, le queda tiempo para otra cosa?
R. Soy también una cinéfila impenitente. Mis películas preferidas son Los Contrabandistas del Moonfleet, de Fritz Lang y Los olvidados, de Buñuel.
P. ¿Qué opinión tiene de la versión catalana de su libro?
R. No sé catalán, pero gente que la ha leído me ha dicho que es muy buena y que le ha emocionado. Para mí, el libro, una vez publicado, ya era una criatura extraña y ahora, en una lengua que desconozco, me resulta todavía más extraña.
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