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FÚTBOL 33ª jornada de Liga

El Oviedo remata al Barça

Los azulgrana suman su cuarta derrota consecutiva tras un discurso de impotencia ofensiva y de errores defensivos

Àngels Piñol

Ni siquiera hubo oportunidad para el balón de oxígeno. El Barça se desenchufó ayer de la Liga y dejó escapar prácticamente el título, a la espera de otros resultados. Otra vez la misma pesadilla. Y ya van cuatro. Los azulgrana volvieron a encajar tres goles y dieron vida a otro rival que se veía en Segunda. No olvidará Van Gaal los últimos 10 días: tres tantos le metió el Chelsea, tres el Mallorca, tres el Atlético y tres ayer el Oviedo. Nada mejor, en este tramo final de temporada, que enfrentarse al Barça para sentirse feliz. Va regalando vidas. Dely Valdés y Pompei destrozaron a los azulgrana, incapaces de meter un gol. Perdida la Liga, Riazor puede preparar la fiesta. O, como mínimo, olvidarse de mirar de reojo al Camp Nou.De poder ganarlo todo a quedarse casi sin nada. No parece fácil que este equipo sea capaz de noquear el martes al Chelsea cuando tres equipos de la Liga desahuciados le han golpeado a placer. Tras la derrota en la Copa en el Calderón, sólo queda agarrarse a Europa como a un clavo ardiendo. Nada invita a noches mágicas, ni a entender nada. De encadenar nueve victorias a cuatro derrotas de escarnio. El Barça se ha desintegrado y Van Gaal no ha podido evitarlo, pero casi ha ayudado. El técnico renunció ayer de entrada a Guardiola, recuperado de su lesión. Podrá decir Van Gaal que el capitán carecía de ritmo. O que lo reservaba para Europa. O que el equipo está por encima de todos. Pero ayer se jugaba la Liga y lo despreció. Y también él sabrá por qué decidió dar prioridad al principio de autoridad y castigar a Kluivert por su rebelión. Los azulgrana saltaron al Carlos Tartiere sin esos dos hombres tan claves en la última resurrección del Barça, y con una defensa casi nueva tras los nueve goles encajados en tres días. Van Gaal cambió a todos salvo a Hesp y Frank de Boer, a quienes atribuyó el éxito de marzo.

OVIEDO 3BARCELONA 0

Oviedo: Esteban; Keita, Boris, Onopko, Rabaribony (Corbo, m. 85); Paulo Bento (Jaime, m. 73), Nadj; Losada, Rubén (Iván Ania, m. 80), Pompei; y Dely Valdés.Barcelona: Hesp; Reiziger, Déhu (Guardiola, m. 52), Frank de Boer, Sergi; Litmanen, Xavi, Cocu (Zenden, m. 52); Figo, Dani y Rivaldo. Goles: 1-0. M. 32. Pompei bota un córner con la zurda desde la derecha y Dely Valdés cabecea anticipándose a Déhu; 2-0. M. 54. Frank de Boer rechaza una pelota con la cabeza, pero el árbitro señala penalti a indicaciones de los jugadores del Oviedo. Dely Valdés tira la pena máxima, el balón da en el poste izquierdo de Hesp y Pompei recoge el rechace para marcar; 3-0. M. 81. Dely Valdés controla un pase en profundidad en el vértice derecho del área, remata con la zurda, el palo derecho escupe la pelota y el propio delantero remacha. Árbitro: García Aranda. Mostró la tarjeta amarilla a Figo, Pompei, Rubén e Iván Ania. Carlos Tartiere. Unos 15.000 aficionados.

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Todo para nada. Otra vez la misma historia, el mismo guión. Ver la misma película cien veces. El Barça dio la impresión de dominar el partido, pero nunca llegó a puerta. Sólo Litmanen, tan ausente como el primer día, empalmó con peligro una volea. Sin noticias de los demás. Xavi sufrió un férreo marcaje y tuvo que ser Déhu, descartado desde diciembre, quien tuvo que subir muchas veces el balón. Medio equipo acabó en la medular para ayudar en medio del caos. El balón, tan rápido otros días, circulaba con plomo. El Oviedo lo tuvo fácil: Rabaribony campó felizmente por la banda izquierda, Pompei llegaba con facilidad y Dely Valdés llevaba loca a media defensa. Fue así como primero lo intentaron Nadj con un remate, Pompei de vaselina y el francés con un disparo a bocajarro que se estrelló en las manos de Hesp. El gol se intuía. No es que el Oviedo arrollara, pero el Barça reflejaba el mismo colapso de otros días. Hasta que sucedió. Justo a la media hora, como en los otros días, Pompei botó un córner y Dely Valdés, entre Déhu y Frank de Boer, cabeceó. No sólo eso: Nadj pudo sentenciar antes del descanso.

La Liga se iba y Van Gaal procuró la reacción cambiando el dibujo, pasando a jugar con tres zagueros y cuatro medios. Seguramente, tardío. Muy pronto relevó al francés por Guardiola y a un agotado Cocu por Zenden. No llevaban dos minutos en el campo cuando se produjo el mazazo definitivo. El Oviedo reclamó penalti por unas manos de Frank de Boer y el colegiado picó, pues no hubo manos. No sirvieron de nada las protestas del Barça. El panameño chutó, el balón se estrelló en la base del poste y el rebote acabó en los pies de Pompei, quien marcó. El Tartiere enloqueció: daba un paso de gigante para huir del descenso, mientras el Barça se desesperaba. Lo probó todo y nada le salió. Disparos lejanos de Figo y un par de ocasiones de Dani. Una de dos: o se consumaba el milagro o llegaba el tercero de rigor. El Oviedo tenía todo el campo para salir al contraataque. Nadj tocó un balón y deshizo, por fuera de juego, el tercero. Cuestión de tiempo. Pudo marcar Losada y al final marcó Valdés. Culminó una escapada por la banda con un balón al larguero, y, como en el penalti, la pelota le llegó a los pies y marcó. El Barça se autoinmoló. Como el día del Mallorca, como el día del Atlético, va resucitando muertos.

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