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Latinoamérica intenta recuperar la senda del crecimiento con reformas y nuevas tecnologías

Latinoamérica cerró el último año de la década de los noventa con un crecimiento casi nulo, un 0,3% según las estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cifra que algunos analistas privados sitúan en niveles más bajos. Con estos datos en la mano, el presidente del BID, Enrique Iglesias, aboga por profundizar en las reformas estructurales, una mayor integración económica y la implantación masiva de nuevas tecnologías como Internet como los factores claves para recuperar la senda del crecimiento.

Iglesias realizó una valoración positiva del crecimiento durante la pasada década, aunque reconoció que la realidad social del continente ha puesto de manifiesto que "el crecimiento debería doblarse para poder reducir la pobreza". El BID, institución multilateral de impulso al desarrollo en Latinoamérica, espera que este año el crecimiento de la zona se sitúe entre el 3 y el 4%.El negativo comportamiento de la economía latinoamericana durante el año pasado se explica en gran medida, aunque no completamente, por la crisis brasileña desatada en enero de 1999 y que acabó arrastrando a sus principales socios comerciales, como por ejemplo Argentina y Uruguay. Pero la recesión se cebó también de forma independiente sobre otros países. En primer lugar, Ecuador, con un descenso del producto interior bruto (PIB) de por lo menos el 7%. Otra de las economías más afectadas fue Colombia, un país que llevaba más de sesenta años sin conocer una recesión y que registró un descenso del 5,5%, cifra aún no recogida en los datos incluidos en el informe sobre el ejercicio presentado por el BID en su asamblea anual que hoy comienza oficialmente.

En la misma línea, Venezuela descendió más de un 7%, aunque el informe del BID preveía una reducción bastante menor, del orden del 4,1%. A esto debe sumarse el cambio de la situación en Chile, que ha entrado en la senda del descenso por primera vez en muchos años, aunque las estimaciones varían entre el 0,5% y más del 1%. La única excepción de calibre fue México, que, aunque menos que en 1999, mantuvo un fuerte crecimiento, estimado entre el 3,4% y el 3,7%.

A pesar de lo negativo de estos datos, Iglesias se mostró ayer satisfecho por los progresos acometidos por las economías de la zona durante la última década de los noventa, tras una anterior en la que el crecimiento fue mucho menor. El presidente del BID describió que las "vulnerabilidades" económicas de estos países se centran en "la baja tasa de ahorro interno y el reducido volumen de sus exportaciones, el 70% de las cuales son aún materias primas".

El problema social

Sin embargo, Iglesias también puso el acento en la amenaza que supone una cuestión social explosiva y no resuelta. "El 60% de la población está insatisfecha", aseguró y, en su opinión, eso pone de manifiesto que el "crecimiento económico a los ritmos pasados no es suficiente para resolver el problema social".

El presidente del BID avanzó que este dato por sí mismo es suficiente para abogar por un nuevo proceso de reformas y de revisión de las formas de hacer política que predominan en Latinoamérica. Y puso como ejemplo la corrupción.

Pero también abogó por reforzar los procesos de integración económica, el ejemplo más conocido es el de Mercosur, como alternativa de disciplina y crecimiento mucho más segura y factible que la dolarización.

En este sentido, se manifestó en contra de esta última alternativa, "políticamente inviable", y para la que ni EEUU ni las otras economías del continente están preparadas. El otro gran eje es un mayor esfuerzo para masificar el uso de las nuevas tecnologías, Internet, aunque aquí Latinoamérica arrastra aún un serio problema de infraestructuras. El BID ha programado varios seminarios sobre nuevas tecnologías e Internet coincidiendo con la asamblea anual.

Iglesias también opinó sobre el papel de las instituciones multilaterales, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, esta última dedicada al desarrollo como el BID aunque con un alcance mundial. EEUU ha puesto en marcha una agresiva política de revisión del papel de esas instituciones, especialmente del FMI, a quien cada vez más observa como extralimitada en sus intervenciones.

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