Suspendida hasta la mañana de hoy la búsqueda de los tripulantes
Sólo se sabía ya en la madrugada de hoy que el avión cayó en picado. Todo apuntaba a que los siete tripulantes del aviocar habían muerto y yacen fundidos con los hierros calcinados que dan prueba del desastre de ayer, según explicó el teniente de la Guardia Civil Pedro Rodríguez, que no podía ocultar su pesimismo. Casi no hay esperanzas de que se encuentren supervivientes.El aparato estuvo ardiendo varias horas tras el impacto y para sofocarlo necesitaron la ayuda de los bomberos de Molina de Aragón, capital de la comarca, y de efectivos de la Diputación provincial de Guadalajara. A medianoche había ya poca gente. El teniente Rodríguez estaba al mando de seis guardias civiles que custodiaban la zona acordonada para impedir el paso de curiosos, periodistas incluidos, hasta que, al amanecer, empiecen los efectivos del Ejército las labores de búsqueda para intentar el reconocimiento de los desaparecidos.
Pinar cerrado
La noche, desde luego, no permitía otra cosa. La oscuridad y las pésimas condiciones meteorológicas no permitían continuar los trabajos de búsqueda. La lluvia y la niebla convertían la pista forestal que lleva al pinar cerrado donde se precipitó el avión en una carrera de obstáculos. En un momento dado se acaba también el camino, y comienza una marcha campo a través hasta donde permiten los agentes avanzar. Desde allí, a lo lejos, sólo se advierten un caos de hierro entre árboles.
El acceso a la zona del siniestro es muy complicado: las Fuerzas Armadas aportarán vehículos especiales adaptados al terreno y equipos especializados procedentes de la base de Torrejon de Ardoz (Madrid), a la que pertenecía el aviocar, o de Zaragoza, que era el lugar de destino del avión.
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