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La legendaria habilidad de los loros para repetir ciertas palabras que producen los humanos puede llevar a uno de ellos ante el juez. En medio de esta historia hay un noble italiano. De Milán, para más señas. Fabrizio Poggi Longostrevi, hijo del protagonista de una enorme estafa a la sanidad pública, sostiene que Federico, el loro, es suyo, y que lo compró hace tres años en Holanda por más de un millón de pesetas, según cuenta el diario La Repubblica. Pero, al parecer, los vecinos, hartos del animal, se lo dieron a Augusto Bonomo, propietario de un conocido restaurante. Bonomo no sabe de dónde viene el loro, pero está convencido de que ahora vive mucho mejor. Después de que Poggi Longostrevi destrozara el restaurante de Bonomo exigiendo que le devolviera su cotorra, el caso ha acabado en los juzgados. Y allí, el noble ha propuesto la prueba definitiva. Dice que si el juez lleva al loro delante de los dos, se verá que es a él a quien realmente quiere. "Me llama mamá", asegura el presunto propietario original. Y el juez, claro, no sabe qué hacer.- ,