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Blair abandera la familia tradicional

La supresión de la Cláusula 28, una directiva que impide promover la homosexualidad en las escuelas públicas, ha metido al Gobierno británico en un embrollo de índole moral. Acosado por las iras de los líderes religiosos del Reino Unido y la Cámara de los Lores, que la consideran la salvaguardia del honor patrio, el Ejecutivo laborista se ha visto obligado a pactar su abolición. A cambio, se ensalzará el matrimonio como pilar que sustenta a los buenos ciudadanos. La medida ha sido criticada ya en el seno del propio partido en el poder y también contestada por los sindicatos de profesores, encargados de transmitir el mensaje oficial en las aulas.Ambas instancias temen herir a los hijos de padres no casados (uno de cada cinco), a los que vivan con parejas homosexuales o bien en hogares con un solo adulto, relaciones todas ellas relegadas a un segundo plano. Aunque se ha tenido gran cuidado en sumar a la nueva cruzada las relaciones estables, sin especificar su naturaleza, el tono de la misma evoca la vuelta a las esencias que tan mal resultado le dio al anterior líder conservador, John Major. Para los críticos de Blair, abanderado de un laborismo vestido de tercera vía, darle al Ejecutivo un papel predominante en la educación moral del país resultaría tan peligroso como aplicar la conflictiva cláusula al pie de la letra.

Para el Ministerio de Educación, encargado de tranquilizar a los obispos católicos y anglicanos, líderes musulmanes y rabinos judíos, además de asociaciones de padres y grupos en defensa de la familia, el compromiso alcanzado no debe repugnar al laborista más sincero. Aunque los profesores estarán obligados a cumplir la letra de la Ley de Aprendizaje, que debe entrar en vigor en septiembre, David Blunkett, ministro de Educación, no cree que nadie pueda sentirse avasallado. "Hemos descrito con claridad lo que debe enseñarse en las escuelas estatales. Pedir a los maestros que subrayen la importancia del matrimonio para criar a los hijos resulta coherente. Lo inaceptable es tener la tasa más alta de Europa de embarazos adolescentes (90.000 al año), algo que estamos obligados a reducir", dijo ayer el político, padre de tres hijos y divorciado.

Preocupados por el efecto de las nuevas ordenanzas en sus alumnos, los sindicatos de profesores no ocultan su malestar. Las clases de educación sexual son optativas en el Reino Unido y los padres acuerdan su contenido junto con la escuela. A partir de septiembre, los directores -a quienes el ministerio aconseja separar a niños y niñas cuando vayan a asistir a esta asignatura- no podrán mostrar materiales educativos considerados "inapropiados o demasiado explícitos". Cuando se hable de relaciones íntimas, la pareja heterosexual será presentada como modélica en su versión más deseable, el matrimonio.

"Para un maestro con alumnos de un hogar roto o distinto al oficial, la situación es casi insostenible. Corremos el peligro de hacerle creer a ese menor que es anormal y vale menos que el resto", advirtieron ayer los sindicatos de profesores. David Hart, secretario general de la Asociación de Directores de Escuela, aplaude la desaparición de la Cláusula 28, pero advierte de que los docentes no pueden seguir atados por normas de nueva planta que no despejen las dudas del alumnado. "La homosexualidad es un asunto que debe abordarse con franqueza. Si la cláusula nos lo impide, la guía oficial ahora brindada tiene que ayudarnos a evitar el acoso y la discriminación del menor a base de no catalogar a nadie de raro sólo porque es diferente", ha señalado.

Algunos ministros como Alan Milburn, titular de Sanidad, han expresado asimismo sus dudas acerca de la eficacia de una campaña de estas características. Incluso el objetivo de reducir la tasa de embarazos adolescentes puede malograrse si los estudiantes consideran hipócrita a un Gobierno que ignora la realidad social -con cuatro de cada diez matrimonios rotos- para calmar a sus críticos.

La tarea encomendada a los profesores de animar al alumnado a que no mantenga relaciones sexuales precoces será una obligación sancionada por las leyes. El Gobierno laborista aconseja que se ayude a los jóvenes a comprender la sexualidad humana y se les muestren las ventajas educativas y sociales de retrasar su consumación.

La Cámara de los Lores, que no quiso abolir en febrero la Cláusula 28, piensa que Tony Blair ha sido demasiado ambiguo en sus acuerdos eclesiales. Si el Ejecutivo acaba invocando su mayoría parlamentaria para suprimirla, su victoria estará siempre sujeta a discusión.

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