"La reforma de la Constitución no puede ser un tabú"
Carles Campuzano, de 36 años, ejerce de diputado progre de Convergència i Unió (CiU) en Madrid. Interlocutor habitual de la coalición nacionalista ante las ONG, los colectivos pacifistas, antirracistas, de defensa de los derechos de los homosexuales y de cuantas plataformas se asocian habitualmente a la izquierda, Campuzano ha recibido en su cara no pocas bofetadas dirigidas en realidad a la política de CiU, asociada generalmente al centro derecha. Fue ponente en la reforma de la Ley de Extranjería y ocupa el sexto puesto en las listas de CiU por Barcelona.Pregunta. CiU votó en el Congreso la reforma de la Ley de Extranjería, después pactó un centenar de enmiendas con el PP en el Senado y, finalmente, se desmarcó del PP y volvió a votar el texto original. ¿Cómo explica estos titubeos?
Respuesta. CiU hizo siempre un gran esfuerzo en favor del consenso, porque una ley de estas características lo requiere. Lo que pasa es que cuando la ley volvió al Congreso y se vio que el consenso era imposible nos sentimos con las manos libres para votar el texto original, que, aunque tiene pegas, es sin duda mejor.
P.El PP insiste en que esta ley debe cambiarse. ¿Garantiza que no tendrá el apoyo de CiU?
R.Nosotros creemos que cualquier cambio en una materia tan sensible sólo puede hacerse por consenso. Por tanto, rechazaremos cualquier intento del PP de recortar los derechos de los inmigrantes alegando que la ley es demasiado progresista, lo cual no es cierto. No es una ley más progresista que las aprobadas en otros países de Europa. Cualquier cambio tiene que abordarse a partir de un pacto de Estado en el que se impliquen tanto el PP como el PSOE. De lo contrario, que nadie cuente con CiU.
P.¿Cómo ve la actitud del PP ante la inmigración?
R.Ha puesto de relieve claramente que es un partido que sigue lejos del centro político. En los problemas que se han vivido en El Ejido, el PP ha tenido una actitud muy preocupante. El propio presidente del Gobierno, José María Aznar, se ha comportado de forma altamente irresponsable.
P.La cúpula popular no se cansa de reivindicar para el PP la bandera del progresismo. ¿No lo comparte?
R.El PP es un partido claramente de derechas. Sigue lejos del centro y la reciente renuncia de Manuel Pimentel lo ha vuelto a poner de manifiesto. Creo que el PP es consciente de que una parte de su electorado responde a las características propias de la extrema derecha y en ocasiones les dedica guiños con el fin de mantener su fidelidad electoral. Ciertos discursos sobre la inmigración son guiños a este flanco del electorado. Lógicamente, es una estrategia extemadamente peligrosa: el discurso que el PP hace para amarrar estos votos puede facilitar el que en España irrumpa una formación de extrema derecha.
P.¿Considera que la extrema derecha se expresa en España a través del PP?
R.No completamente, por supuesto. Una parte de los votantes que en otros países de Europa apoyan a Le Pen o a Haider, en España se abstienen o votan a grupúsculos minoritarios. Pero el PP se nutre de una parte de estos electores de extrema derecha.
P.Pese a ello, CiU ha apoyado al PP en el Congreso durante toda la legislatura. ¿No se ha sentido incómodo?
R.Es verdad que yo y otros compañeros no nos sentimos cómodos colaborando con el PP, pero también es cierto que gracias a nuestra influencia el PP se ha visto obligado a hacer políticas centristas y CiU ha conseguido llevar a la práctica aspectos importantes de su programa. La colaboración ha sido positiva, aunque difícilmente se repetirá en los mismos términos. Preferimos tener manos libres para ganar capacidad de influencia en todo el mandato.
P.¿Preferiría que CiU llegara a un acuerdo con el PSOE?
R.El PSOE ha demostrado históricamente una gran insensibilidad con la realidad nacional de Cataluña y sólo hay que repasar su gestión entre 1982 y 1993, cuando gobernó con mayoría absoluta. No parece que sus tics hayan cambiado mucho, y lo prueba la conferencia que Almunia pronunció recientemente en la Fundación Ortega y Gasset. Nosotros nos presentamos con dos grandes objetivos: elevar el techo del autogobierno en Cataluña y alcanzar un pacto fiscal para mejorar el sistema de financiación de la Generalitat. No veo al PSOE demasiado sensible a estas reivindicaciones.
P.Y para lograr ambas reivindicaciones, ¿reclamarán reformar la Constitución?
R.No necesariamente, pero tampoco hay que descartarlo. Reclamar la reforma de la Constitución no puede ser un tabú. Es evidente que más pronto que tarde la Constitución tendrá que reformarse. ¡Ya hace 21 años que se aprobó!
P.Si logran ambas reivindicaciones, ¿habrá llegado el momento de que el nacionalismo catalán se incorpore al Gobierno de España?
R.A mí me interesa más que CiU se proponga conseguir que Cataluña esté presente en los centros de decisión de la Unión Europea. Es más importante que un ministerio en Madrid.
P.¿En qué partido militaría si viviera en Gran Bretaña?
R.Muy probablemente en el Partido Laborista.
P.¿Y en Italia?
R.En los Demócratas de Izquierda [ex comunistas].
P.Pero en cambio milita en Convergència Democràtica, un partido de centro derecha. ¿Cómo lo explica?
R.Convergència es un partido que desde su fundación, en 1974, ha tenido un componente progresista. Desde el principio, CDC buscó sus referentes en la socialdemocracia sueca. Es cierto que no es un partido homogéneo ni CiU es una coalición homogénea, pero la mayor parte de sus principios programáticos y de las medidas que ha impulsado se mantienen dentro de estas coordenadas de su fundación. Y en Cataluña no podemos olvidar que existe otro eje, el nacional, al que el PSC, por ejemplo, ha sido muy poco sensible. Estoy convencido de que CDC es la formación que mejor combina en Cataluña la sensibilidad social y la nacional.
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