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COPA DEL AMÉRICA

EL "Black Magic" toma la delantera Auckland, la ciudad de las velas Nueva Zelanda quiere demostrar con la Copa del América que un país perdido en el Pacífico sur puede escribir una página en la historia del deporte mundial

La Copa del América se ha convertido en el tema de conversación preferido de los neozelandeses, no en vano la vela es el deporte nacional, compartido con el rugby, y su país es el que ostenta el récord del mundo de mayor número de embarcaciones por habitante.Haciendo gala de ello, cada día se cuentan por miles las personas que se hacen a la mar en sus barcos para seguir de cerca las regatas entre el defensor de la Copa, el Team New Zealand y el ganador de la Louis Vuitton, el Prada italiano. Porque, aunque el Black Magic (Magia Negra) sea el defensor del honor nacional, el Luna Rossa ha seducido a los kiwis. Especialmente a las mujeres, si damos crédito a los resultados de la encuesta realizada por una radio local en la que el skipper italiano, el tímido Franceso de Angelis, fue elegido como el hombre más atractivo por detrás del cantante Ricky Martin.

Para Nueva Zelanda, la defensa de la Copa del América es algo más que una regata de barcos, es la oportunidad de demostrar al resto del planeta que un país perdido en el Pacífico sur y con poco más de 3,5 millones de habitantes puede escribir una página en la historia del deporte mundial.

A pesar de las altas temperaturas que se registran en el mes veraniego por excelencia en estos lares, ningún kiwi ha dudado en calzarse los calcetines rojos. Una especie de amuleto de la suerte desde que el patrón del equipo neozelandés, Sir Peter Blake, los popularizada en San Diego hace cinco años, cuando arrebataron la Copa a los estadounidenses por un aplastante 5-0. Todos confían en que, al igual que entonces, sean parte de la magia que ayude al Blac Magic a mantener el trofeo en casa.

Hasta el emblema por excelencia de Auckland, una torre de comunicaciones similar al pirulí español que despunta por encima de los edificios más altos de la ciudad, ha adquirido por las noches una intensa tonalidad roja que lo hace parecer más futurista que nunca.

Apenas un detalle si tenemos en cuenta el esfuerzo realizado por esta ciudad para acoger el primer gran acontecimiento deportivo de 2000. Una inversión de más de cinco mil millones de pesetas a cargo de la iniciativa privada y una aportación de otros mil millones por parte del ayuntamiento son los artífices de que una zona de hangares próxima al puerto comercial por la que no era aconsejable transitar a partir de ciertas horas se haya convertido en el Cup Village.

Además de los millonarios ingresos que supone para una ciudad la Copa del América, la construcción de esta especie de villa olímpica conllevó la creación de más de mil empleos directos en la construcción y un fuerte impulso para centenares de empresas que se vieron favorecidas por la política de emplear únicamente materiales procedentes del país.

En la Villa se aglutinan las infraestructuras necesarias para acoger la regata más importante del mundo y el mayor porcentaje de restaurantes y bares de copas por metro cuadrado del país, convirtiéndose en la zona de ocio preferida por residentes y turistas.

La lógica y meticulosidad de una nación de herencia anglosajona llevó a realizar una encuesta popular antes de redactar el proyecto. Las tres condiciones, gratuidad, variedad de espectáculos y acceso para todo el mundo, se han cumplido con creces.

Prueba de ello es que el éxito ha sobrepasado todas las expectativas aún antes de comenzar la Copa del América y la semana pasada se superó la cifra de tres millones de visitantes.

Entre las distracciones que compiten por captar la atención del público destaca la que propone, por algo más de 6.000 pesetas, un paseo de dos horas en un antiguo barco de competición o la que invita a comprobar lo duro que puede ser izar la vela mayor dándole al molinillo.

Sin embargo, el mayor atractivo de la Villa son los 70 superyates que se han dado cita en Auckland, el único puerto del mundo con capacidad para acoger semejante flota de gigantes y el único en el que es posible contemplarlos a menos de dos metros.

Entre ellos se encuentra el Georgia, el barco con el mástil más alto del mundo, 62 metros, el Shenandoah, una goleta de tres palos del 1902, o el Mari Cha III, un kecht que cuenta con el récord de velocidad en atravesar el Atlántico. En números podemos estar hablando de más de 850 millones de dólares.

Y es que, como dice su eslogan publicitario, Auckland es hoy más que nunca The city of sails (la ciudad de las velas).

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