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'LLANTO POR FREETOWN' / CNN INTERNACIONAL

La tragedia que nadie quiso ver

Ramón Lobo

La guerra no siempre es noticia. Depende de sus protagonistas, de los intereses internacionales, de la existencia de otros conflictos que la solapen, de las vacaciones de los enviados especiales o de la suerte... En el caso de Sierra Leona, durante la ocupación de la capital en enero de 1999 por los guerrilleros del Frente Unido Revolucionario (RUF), todo estuvo en contra.En tres semanas murieron 6.000 personas, más de la mitad de las que perdieron la vida en cuatro años de cerco en Sarajevo, o el doble de los asesinatos que se le imputan al general Pinochet. Pese a ello, apenas hubo atención en Sierra Leona.

Viviendas quemadas con sus inquilinos atrapados en el interior, fusilamientos en las calles, amputaciones de extremidades entre la población civil... Ninguno de esos horrores movió a la llamada comunidad internacional. Sin ayuda ni socorro, Sierra Leona fue el vacío, el abandono, la vergüenza.

Entre los escasísimos periodistas que permanecieron en Freetown en enero de 1999 se encontraba Sorius Samura, un camarógrafo local de una organización humanitaria que arriesgó su vida para filmar lo que estaba sucediendo a su alrededor. Su visión de testigo directo ha dado vida al reportaje Llanto por Freetown, el asesinato de una nación, que emitirá CNN Internacional (Canal Satélite Digital y redes de cable) esta noche (23.00) y el próximo domingo (21.00). Se trata de un estremecedor documento sobre la crueldad humana, de lo que nadie quiso ver.

Arranca con un primer plano sobre un rostro asustado. El muchacho dice llamarse Gibrila Kargbo y no debe de tener más de 15 años. Las tropas nigerianas de la misión de paz le acusan a empellones de ser un hombre del RUF. Samura, con la voz en off, musita: "Mi cámara ha salvado a gente, pero esta vez no". Kargbo es asesinado segundos después de un balazo por la espalda.

El reportaje muestra una ciudad repleta de cadáveres hinchados, de civiles arracimados en las esquinas en medio de un tiroteo, el drama de los niños-guerrilleros, los trabajos de rehabilitación por parte de los misioneros javerianos... Son imágenes duras, terribles, repletas de emoción. El telespectador tiene la oportunidad de gobernar el mundo desde su mando a distancia, hacer zapping y dejar a Sierra Leona a oscuras, como siempre, y sumergirse en otro canal con más divertimiento. Es su elección, pero con ella habrá contribuido a callar la tragedia de un pueblo rico en diamantes ("el 90% de la población jamás ha visto uno", dice el reportaje), pero pobre en futuro. ¿Podemos negarnos también a conocer su presente?

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