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Alfonso vuelve para quedarse

"Vuelve el deseado, el hombre del año". De esta peculiar forma comunicó Carlos Timoteo Griguol, entrenador del Betis, a principios de temporada la buena nueva: el regreso como titular de Alfonso Pérez Muñoz. El jugador emblema del Betis salía al fin del lúgubre túnel por el que deambuló 14 meses desde que en aquel fatídico Chipre-España de septiembre de 1998 se lesionara gravemente su rodilla derecha en un partido que también pasó factura al entonces seleccionador, Javier Clemente. José Antonio Camacho cumplió con su promesa -"Alfonso estará en la selección en cuanto se recupere", anunció el seleccionador en mayo-, y Alfonso fue convocado para los amistosos ante Brasil y Argentina. "Camacho me hizo debutar junto con Di Stéfano en el Real Madrid, y estar a sus órdenes otra vez es una doble satisfacción. Después del calvario que he pasado es una alegría volver a la selección", apuntaba el delantero madrileño. Era la inyección de ánimo que Alfonso necesitaba para despejar temores, ahora que el físico le responde y su recuperada confianza se traduce de nuevo en goles.

Y es que su convalecencia distó mucho de ser tranquila. El optimista plazo de recuperación fijado por los médicos del Betis no dejó satisfecho al jugador, quien no dudó en cotejar con otros médicos. Así encontró el diagnóstico del doctor Pedro Guillén: debía tomarse con mucha calma su rehabilitación, pues, de lo contrario, su rodilla podía quedar afectada para siempre. Esta falta de confianza en los médicos del club fue el detonante de su enfrentamiento con el presidente del Betis, Manuel Ruiz de Lopera.

Cuando dentro y fuera del club se empezó a cuestionar cuáles eran en realidad sus pretensiones, Alfonso encontró en Javier Clemente, con quien mantiene una buena relación, el apoyo que precisaba. Clemente no forzó su reaparición pese a que el Betis discurría a trompicones en la Liga. Sus fugaces intervenciones y las continuas recaídas marcaron la aciaga temporada de un Alfonso triste y desganado (11 partidos disputados y dos goles). Coleaba la temporada cuando los rumores que le colocaban por enésima vez en el Real Madrid hicieron que Lopera montase en cólera. La cordial relación existente entre ambos se resquebrajó cuando Lopera irrumpió en el vestuario después de un partido y le acusó, junto a su padre y representante, de "peseteros" por un adelanto percibido en concepto de derechos de imagen, al tiempo que le dejaba claro que o jugaba en el Betis o no lo hacía en ningún otro sitio. La reacción de Alfonso, hombre sosegado, sorprendió a sus compañeros: arrojó su camiseta a Lopera y le dijo que nunca más la vestiría. La gresca fue a más y Lopera recriminó públicamente a Alfonso que cuando el Betis "se estaba jugando la vida" se dedicara a participar en cacerías "subiendo y bajando cerros en una finca de mi propiedad en Jerez". Presidente y jugador firmaron la paz en la pretemporada gracias a la mediación de Griguol.

Catorce turbulentos meses después, Alfonso, 28 veces internacional y con sus 28 años recién estrenados, regresa para quedarse a la selección en la que debutó a los 19.

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