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Greene inicia su reto contra el récord mundial

El estadounidense se presenta como favorito sin discusión en una prueba con bajas sensibles

Santiago Segurola

El asunto se decidirá en aproximadamente 40 segundos, el tiempo que se tomarán los mejores velocistas del mundo para completar las cuatro rondas que proclamarán al nuevo campeón del mundo de 100 metros. Maurice Greene, el plusmarquista (9,79 segundos), dice que tiene ganas de que comience la fiesta. "No veo el momento de empezar el trabajo", explica el atleta estadounidense, quien llega a Sevilla para defender el título que consiguió en Atenas. Por entonces era un atleta emergente, casi una sorpresa. En menos de cuatro meses, había mejorado su mejor marca personal en 22 centésimas de segundo -de 10,08s a 9,86s-. Su meteórica progresión pilló desprevenido al mundillo de la velocidad, donde se consideraba a Ato Boldon como el fenómeno destinado a suceder a Carl Lewis, Donovan Bailey y Linford Christie.Dos años después, Maurice Greene ha establecido su hegemonía con escasa oposición. La ausencia de Ato Boldon en Sevilla hace más visible esa condición de orfandad en la prueba de 100 metros. Se buscan rivales para Mo Greene y apenas se encuentran. O son viejos, caso del namibio Frankie Fredericks y el canadiense Bruny Surin, o no dan la talla, como ocurre con los estadounidenses Tim Harden y Tim Montgomery. Los nigerianos, que el pasado año ofrecieron una apreciable resistencia a Greene y Boldon, han desaparecido del mapa. Sean Ogunkoya (9,92segundos el pasado año) no ha participado en ninguna de las grandes reuniones de verano, y no está incluido en el equipo de su país. A Francis Obikwelu, de cuya calidad nadie duda, le falta músculo y técnica. El camino parece despejado para Maurice Greene, pero en el horizonte se dibuja la figura de Obadele Thompson, el último de los grandes velocistas caribeños.

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Apenas hay otras noticias de Thompson que sus excelentes marcas. Debería ser suficiente para darle el rango que merece entre los mejores velocistas del mundo, pero casi nadie repara en él. No han sido pocas las veces en que quedó relegado a las series B en las grandes reuniones europeas de verano. Sin padrinos, a golpe de buenos resultados, el atleta de Barbados ha conseguido subir peldaño a peldaño en el escalafón. Con espléndidos antecedentes, resulta extraña su lenta ascensión en la jerarquía de la velocidad. Estudió en la universidad estadounidese de Texas-El Paso, fue campeón universitario y tiene el honor de ser el hombre más rápido de la historia (9,69 segundos en 1996). La marca quedó invalidada por un exceso de viento favorable, pero sirve como apunte para hablar de las posibilidades de un atleta de 23 años que cada vez se siente menos impresionado por Greene. El pasado año, en Johannesburgo, Thompson ganó la Copa del Mundo con 9,87s. Y hace apenas dos semanas apretó de lo lindo a Greene en Zúrich. El estadounidense venció por tres centésimas (9,99s frente a 10,02s) en una carrera donde se pudo apreciar una característica de Thompson, que en Estados Unidos estaría definido como un tweener: un atleta que bascula entre el 100 y el 200 a la busca de su mejor especialidad. Se diría que esa distancia son los 150 metros, por desgracia para él. Pese a todo, el velocista caribeño se presenta como la única alternativa razonable a Maurice Greene. Los tres restantes estadounidenses (Tim Montgomery, Brian Lewis y Tim Harden) no ofrecen garantías. Montgomery apuntaba alto hace dos años. Ahora apunta bajo. Fuera de la amenaza de Obadele Thompson, a Greene sólo le queda por resolver la cuestión de la marca.

Durante todo el verano ha repetido que su objetivo prioritario era el Mundial. Como parece que lo tiene a mano, lo normal es verle muy cerca del récord del mundo. Greene dice que todavía puede arañar alguna centésima a su récord mundial. "Mi frontera es correr en 9,76 segundos". Frontera impensable para alguien que no fuera Ben Johnson en su frenesí de anabolizantes. Greene cree que esa marca es factible. Si fuese cierto, le convendría hacerla en Sevilla, porque le proporcionaría el aura que le falta a los ojos del mercado estadounidense.

El estadio de Sevilla reúne todas las condiciones como escenario de un gran registro en los 100 metros. La pista es magnífica y el calor tórrido. O sea, las mejores noticias para los velocistas, cuyos explosivos músculos agradecen las altas temperaturas. Para Greene es el gran desafío: revalidar su título con una marca que le abra las puertas del gran negocio reservado a los mejores deportistas del mundo. Tendrá dos días y cuatro rondas para acometer el fascinante reto de derribar los límites de la velocidad.

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